La inflación del carbano

Pedro González Vieites CORRIENTES DEL ANLLÓNS

CARBALLO

23 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El repunte de la inflación es una de las principales preocupaciones de todos los gobiernos debido al impacto en el incremento de los precios de bienes y servicios.

El debate que se suscita en la UE, respecto al precio del megavatio me recuerda que el profesor de Cambridge David Cebon hablaba de la necesidad de un sistema energético eficaz y autosuficiente, tratando de evitar la dependencia de la importación de combustibles fósiles. Parece evidente que una de las estrategias para un futuro próximo tendría que pasar por intentar generar el máximo de energía dentro del MIX del país para paliar la evidente fragilidad de nuestro sistema energético.

Los países occidentales han llevado a cabo en los últimos decenios una significativa reducción en el consumo de la intensidad media de petróleo, me refiero a la cantidad de petróleo consumida por unidad de PIB, tal y como explica Vaclav Smil en su libro Energía y civilización. Una historia, por ejemplo, en 1985 los EE. UU. necesitaban un 38 % menos de petróleo para producir un dólar de su PIB que en 1970; en el año 2000, un 53% menos, y en el 2014, un 62 % menos, pero curiosamente, dice Smil, se suele obviar que los gobiernos occidentales han ganado más dinero con el petróleo que la propia OPEP (los países productores). En el 2014, los impuestos representaban el 47 % del precio final petróleo en los países del G7 (los 7 más ricos). Habrá que estar atentos ante las constantes subidas del precio del petróleo y el gas, dado que podrían originar una desaceleración económica mundial similar a la de la década de 1980, que vino acompañada de inflación elevada y alto nivel de desempleo.

Jeremy Rifkin, en su libro de la económica del hidrogeno, alude al imperio romano, que es un buen ejemplo para estudiar las políticas energéticas, pues en muchos aspectos, el estilo de vida económica, social y política de la Roma Imperial estaba más cerca del mundo moderno que del antiguo. La historia del agotamiento del único régimen energético de los romanos es una buena enseñanza, ahora que nos acercamos al final de las reservas de combustibles fósiles baratos que han mantenido la sociedad industrial. La dependencia de un suministro continuo, barato, fiable y masivo de electricidad y combustibles fósiles en manos de unas pocas empresas que controlan el mercado, les asigna un papel de relevancia en la transición hacia el nuevo régimen energético.

El abandono de los combustibles fósiles y la búsqueda de otra energía más eficiente, abundante, limpia y barata obliga a reflexionar para no repetir errores y para encontrar la alternativa que permita acceder a la ansiada y obligada reducción de emisiones, logrando su sostenibilidad ambiental y económica. Para la creación del nuevo régimen energético de los siglos XXI y XXII, debemos tener presente que tan solo unas pocas compañías controlan el flujo energético en la economía mundial, de un sector tan estratégico para una nación, lo que les proporciona un protagonismo muy relevante dado que son las responsables del mantenimiento y funcionamiento de las demás actividades económicas. Así, la disyuntiva para establecer el modelo energético alternativo no será tarea fácil por nuestra dependencia exterior, junto con los interés geoestratégicos de algunos países, que nos lo ponen más difícil y nos hacen, todavía, más frágiles y vulnerables.