Aunque para nosotros es algo inconcebible, hasta bien entrado el siglo XIX los enterramientos se llevaban a cabo dentro de las iglesias. Todavía hoy, se puede ver en los suelos de las parroquiales que mantienen el pavimento original, números grabados que delimitan y organizan las sepulturas. En aquellas en las que yacían hombres ilustres se colocaba una lauda con relieves heráldicos, elementos decorativos y la inscripción identificatoria del difunto. En Bergantiños conservamos dos laudas en la iglesia de Santa María de Traba, cambiadas de sitio y embutidas en las paredes, y en la iglesia de Lemaio, delante del altar mayor.
En cambio, en aquellas sepulturas humildes, aparte de los vecinos, también hay personajes con cierta historia. En Rus se encuentra sepultado, cerca del presbiterio, el pintor Ignacio Tiburcio Freire (fallecido el 27 de noviembre de 1781), oriundo de Noia, cuyo taller estaba en el lugar de Ramil. Otro artista noiés sepultado en Bergantiños es Antonio de Meis, escultor enterrado en Entrecruces el 17 de septiembre de 1792, junto a la puerta lateral. Luis de Salcedo y Azcona, arzobispo de Santiago, en su visita pastoral a la iglesia de Rebordelos en 1721, censuró que en aquella parroquia, así como en otras de los alrededores, había la costumbre de llegar con el difunto a la iglesia y todavía con la sepultura por abrir, tarea que se hacía mientras transcurrían los oficios religiosos. El visitador estableció que hasta que estuviese la cavidad preparada, no saliese el párroco a buscar al cortejo fúnebre.