La lacra de las pintadas arruina diversos espacios públicos y privados de la Costa da Morte

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

CHEQUEO | El vandalismo se ceba en edificios, vías e incluso espacios naturales

15 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana aparecieron varias pintadas en el paseo del Recheo de Ponteceso, al lado del río Anllóns, en el suelo y en algunos de los postes. De color rojo, gran tamaño y mensajes aparentemente prorrusos y anti OTAN. Lo más relevante no es lo que indiquen, sino el acto de gamberrismo y atentado a los bienes públicos que, una vez más, los servicios municipales deberán borrar. El alcalde, Lois García Carballido, indicó que lo hará en breve, ya esta misma semana.

Lo de Ponteceso no es una anécdota: casi no hay municipio que se libre de las pintadas. Es cierto que hace unos años seguramente el índice de vandalismo era mayor, un balance a que solo se puede apelar desde la memoria de quien se mueva mucho por la Costa da Morte y de la hemeroteca, pero, pese al descenso, sigue habiendo muchas, demasiadas, las de siempre y las que se van sumando, en bienes públicos (sobre todo) y también privados. Enésimo ejemplo de desprecio al respecto de lo que es común, a la estética y al civismo.

Paseo de Ponteceso
Paseo de Ponteceso BASILIO BELLO

El lugar con más pintadas de la comarca está en el Rego da Balsa de Carballo. No en el parque o biblioteca que reciben este nombre, sino en el Rego de verdad, el que baja canalizado (desde el puente de la avenida de Razo) hacia el centro para desembocar en el Anllóns. Toda la parte posterior del centro comercial es un inmenso tapiz para que los gamberros den muestra exacta de que lo son. Igual que Carballo ya es un ejemplo en España del arte urbano, en este tramo lo que brilla es lo soez, los mensajes violentos incluso, el gusto por ensuciar y un buen ejemplo de lo que no se debe hacer. Obviamente no es el único lugar, ni en Carballo ni en la Costa da Morte, pero sí el mayor. También hay pintadas en torno a los baños públicos cerrados hace mucho en el Parque do Anllóns, y en sus inmediaciones hacia la pista deportiva o la estación. Y debajo de algún puente, en toda la parte baja y oriental de la inconclusa urbanización de Riotorto. Lo de escoger inmuebles abandonados es un clásico, desde los chalés a la mitad de la urbanización de Coristanco a la de la Atalaia de Malpica, pasando por la sala A Revolta de Carballo, y más. También se ha dañado con los espráis en muchas ocasiones el patrimonio: de faros, a plazas y fuentes, de petroglifos a la Ferida de Muxía, o su iglesia, siguiendo (recientemente) por los Penedos de Pasarela. Señales de tráfico, indicadores, piedras en espacios abiertos, carteles electorales, bancos (de sentarse) o la base de los eólicos también han estado o están en la diana de los vándalos.

BASILIO BELLO

¿Por qué sigue habiendo gente que se comporta así, con tan escaso o nulo civismo? Dolores Platas, psicóloga carballesa con muchos años de ejercicio profesional en su clínica de la calle Perú, señala que influyen o pueden influir una suma de circunstancias: falta de formación, de valores asentados y claros, de la presión de grupo para determinados comportamientos, el ansia de llamar la atención... Y la influencia de medios y redes, al copia patrones que se ven en ciertos ámbitos. Un variado cóctel, que hay que analizar en cada caso, que dan como resultado una falta de conciencia social que se manifiesta (como aquí, pero dentro de un espectro más amplio) en el vandalismo. Y que se puede tratar y corregir.