Los carriles bici baten récord de kilómetros en la Costa da Morte, pero carecen de ciclistas

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Carballo es el municipio de la comarca que más acumula, recién rematado el proyecto Cicl-Ando

24 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca ha habido tantos kilómetros preparados para andar en bicicleta en la Costa da Morte, pero el número de ciclistas no ha seguido esa tendencia. O más bien sí hay muchos, tal vez más que nunca, pero orientados al deporte y al ocio de fin de semana, por carreteras tradicionales y nada que ver con la movilidad urbana que se busca con estas iniciativas. Que también tiene su parte buena, ya que estas sendas no están solo orientadas a ruedas: los caminantes sí se han multiplicado. Como en el caso anterior, tal vez se pueda decir que nunca ha habido tantos, aunque estas magnitudes son fruto de percepciones obtenidas día a día y en diferentes espacios.

¿Por qué no acaban de cuajar? ¿Es posible que lleguen antes de tiempo y que, como pasó con los paseantes (hace unos quince años aún no había estallado esa moda) más adelante estén llenos de usuarios?

Juan Seoane es ciclista habitual y responsable de Mobilidade de Carballo, área que ha impulsado el proyecto Cicl-Ando, con fondos europeos, ya terminado tras la obra de la Vázquez de Parga a falta de mínimos detalles: nueve sendas de más de 18 kilómetros, que unidas a las dos de la Xunta (Bértoa y A Revolta) suman más de 22 kilómetros nuevos y recientes. Cree que sí hay uso de las bicicletas, pero muy escaso. Casi se puede conocer, al menos de vista, a todos los que la usan a diario en Carballo. Lo atribuye a que aún no ha habido «un cambio de chip», que se asocia más al deporte, «cando é moi válida para moverse». Cree que «deixar o coche, custa, parece que ata é máis fácil deixalo para andar en tramos curtos ca facelo para coller a bicicleta». Los tramos, explica, son lentos. Las costumbres de otros países, los del norte que todos tienen en mente, pero no solo esos, tardan en implantarse en estas latitudes. «Os cambios sempre son lentos», señala.

El problema, la falta de hábito, es general. En marcha o programados vienen muchos kilómetros de sendas, ya sean de la Xunta o de la Deputación, incluso locales (muchos menos, o de escaso trazado, salvo Carballo): A Laracha, Coristanco, Laxe, Corcubión, Cabana, accesos a faros, la enorme Vía Verde de Cerceda...

A Laracha va a ser un ejemplo de tener la AC-552 cubierta. El alcalde, José Manuel López, reconoce que la mayor parte se usan para andar, y que los ciclistas se reservan al fin de semana.

ANA GARCIA

«Están mal plantexados»

Uno de los pocos usuarios diarios de la bicicleta en el casco urbano de Carballo es Diego Ferreiro. De los que llevaba a su hijo en bici al colegio. Ahora, ya con tres, por operatividad no lo hace, va caminando. Es un entusiasta de la movilidad en bicicleta, que en Carballo emplea para recados, ir al polideportivo o por las noches, y que en países en los que ha estado también usaba. Y, viendo el resultado de los nuevos carriles, cree que «están mal plantexados». Observa desniveles de la acera a la vía, lamenta que lo que eran rectas sin problema tengan ahora curvas y badenes, o que haya que compartir espacios con peatones, cuando antes cada uno tenía el suyo. No le gusta cómo ha quedado la Vázquez de Parga, en la que ahora «hai que estar máis pendente do freno». Ni la opción a Razo: la elegida, dice, es recreativa, y larga, cuando por la carretera sería más rápida y operativa. Cree que muchos ciclistas no van a querer usarlos, con lo que seguirán por la vía, y algunos conductores se molestarán. No todo es malo: cree que alguno es bueno para que los niños aprendan a ir en bicicleta. «Ao final, tal e como se fixo, nin se fomenta a mobilidade nin o deporte», dice.

ANA GARCÍA

Mucho donde aparcar, pero siempre algo de miedo al robo

Si Carballo ha crecido en carriles bici, mucho más lo ha hecho en aparcamientos para las bicicletas, con desarrollos en varias fases (y modelos), la última ligada al Cicl-Ando, que incluye la construcción de marquesinas en puntos estratégicos. En la calle Jacinto Amigo, centro de salud, Fórum, arranque del polígono o los complejos deportivos ya se pueden ver algunas. Por la falta de hábito y al gusto de algunas personas por lo ajeno, el miedo al robo está ahí, y puede ser otro factor en contra de usar la bicicleta (aunque han desaparecido bastantes también dentro de los garajes). Seoane cree que no, y en su caso particular, dice que nunca ha tenido problemas, y que usa un candado normal. Pero también es cierto que quienes emplean la bici con frecuencia lo hacen en modelos no exclusivos ni caros, para que el cebo sea menor. Con todo, «é difícil que rouben así unha á luz do día».

El uso podría incrementarse, explica, si en las grandes bolsas de trabajadores, como Calvo o el polígono, se iniciase ese hábito de arrastre, además ahora ambos con sendas que conectan por el centro. El tiempo dirá.