También la propia asociación organizadora del evento, conocedora de las cantidades ingentes de residuos que acaban en el suelo, se encarga cada año de contribuír en estas labores el día después. Mismo distribuye, asimismo, colectores varios en los puntos de mayor afluencia para tratar de que los fiesteros colaboren en este sentido.
Propiedades privadas
En el consistorio estiman que el descaro de los asistentes se tradujo en números en más de 25 toneladas de suciedad. Las vías y aceras principales se adecentaron ya en la madrugada del domingo, asegura Fernández, quedando las cunetas y otras zonas para las jornadas siguientes. Cosa distinta son las propiedades privadas como las viviendas, en las que son los propios dueños los que deben hacer un esfuerzo extra para dejarlas como estaban antes de producirse la avalancha de la desvergüenza. Orines, heces y destrozos completan la oferta variada del descaro.