¿Qué fue de la sala de fiestas en la que te enamoraste?

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

La discoteca Pazos de A Laracha resiste con actividad semanal
La discoteca Pazos de A Laracha resiste con actividad semanal PAZOS

ADIÓS A UNA ÉPOCA | Discotecas míticas de la Costa da Morte cambiaron de vida: un chino, un garaje, un gimnasio...

07 feb 2024 . Actualizado a las 19:11 h.

Esos lugares de ocio y baile de la Costa da Morte por los que pasaron decenas de miles de personas durante veinte o treinta años, y de las que salieron también miles de parejas, son hoy supermercados, gimnasios, garajes, comercios , espacios abandonados que buscar la enésima recuperación, multiusos... Naves y locales con nombres emblemáticos en los que están enterradas vivencias de varias generaciones.

Solo resiste con actividad semanal uno de esos grandes, la discoteca Pazos de A Laracha, fundada en mayo de 1966 por un joven Manuel Pazos, labor que sigue su hijo Manuel. Y también está ahí, íntegra, manteniendo exterior e interior, la Costamar de Malpica, que en el 2012 celebró sus bodas de oro. Por supuesto quedan algunas que conservan el espacio: la Bellavista (Positiva) de Baio, la Dudas en esa localidad, la Cobertizo de A Tablilla (Cerceda), la antigua Montevideo de A Silva que después fue Non Sei y ahí aguanta el cartel. En Carballo continúa A Revolta, cayéndose a cachos, y el lugar de la Mikro que también fue Inn&Out. La viaja Macías, nombre que resiste a pesar de los años, es ahora historia, parte de un local muy renovado y ya en alquiler. La Chaquetón, un bajo con garaje. As Airas lleva mucho años como comercio de muebles en Bértoa. La Week-End, que tuvo una vida más corta y posterior que las clásicas carballesas, también lleva muchos años como tienda de electrodomésticos al lado del río Anllóns.

Antigua La Solana. En A Ponte do Porto, al lado del límite con Cereixo. Hoy es un supermercado
Antigua La Solana. En A Ponte do Porto, al lado del límite con Cereixo. Hoy es un supermercado BASILIO BELLO

Es llamativo el caso de Cerceda, donde en un espacio pequeño se concentraron salas históricas, más aún si se añaden las cercanas localidades de Mesón do Vento y Ordes, y desde luego la Calviño de Cabaleiros. Montevideo, Disil, Cobertizo... Todas en Rodís (dos de ellas en A Silva, donde hay tres tanatorios: curiosa y antitética suma en un sitio pequeño), y otra en el núcleo urbano de Cerceda, donde la antigua sala de fiestas, que también fue cine y discoteca, es ahora gimnasio. En Ponteceso, la mítica A Vieira es actualmente un comercio chino. A pocos metros, la hostelería sigue en la Teyma.

La antigua sala Disil, en A Silva, hace tiempo que se ha convertido en un supermercado
La antigua sala Disil, en A Silva, hace tiempo que se ha convertido en un supermercado BASILIO BELLO

De acoger misas por las obras a una planta de marihuana

En ocasiones, las salas sin uso se usan para actividades muy poco habituales. En mayo de 1998, por ejemplo, la antigua sala de fiestas Calistenia de A Ponte do Porto, que había sido propiedad de Julián de León, dio cobijo a las misas a cargo del párroco Benedicto Cambeiro. Fue una solución provisional motivada por las obras en la iglesia, aunque muy comentada en su momento, hace ya casi un cuarto de siglo.

Más recientemente, en julio del 2020, muchos recordaron su juventud y su paso por la antigua sala de fiestas Juventud de Xesteda, en Cerceda, cuando la Guardia Civil desmanteló en su interior una enorme plantación de marihuana. La sala llevaba unos 25 años cerrada y estaba alquilada a las personas que resultaron detenidas.

A VIEIRA. La que fue sala de fiestas de Ponteceso es ahora un comercio oriental.
A VIEIRA. La que fue sala de fiestas de Ponteceso es ahora un comercio oriental. BASILIO BELLO

Carteles que resisten

En algunos casos, los viejos carteles aún aguantan en el exterior. Ocurre con la Dudas, en Baio, cuya entrada es un expositor de ferretería, o con la Vértigo, en Paiosaco, cuyo rótulo resiste como puede al tiempo y a las roturas. Otras están mucho más enteras porque todo se conserva bien, como la Positiva (antes Bellavista) de Baio.

«Moitos dinme que se casaron alí»

Luis Abelleira
Luis Abelleira ANTON LESTON

Luis Abelleira Ronquete vivió desde dentro la historia de la sala A Xunqueira de Cee, porque era de la familia. «E alí traballabamos todos», asegura. Él empezó recogiendo vasos por la pista, con una cesta. Después estuvo en el guardarropa. Fue camarero de mesas y de barra, y finalmente acabó en la caja. Pese a sus habilidades musicales, nunca fue pinchadiscos. Muchas noches le tocó trabajar por partida doble, en su condición de músico de La Palma, orquesta familiar. «Como tocamos alí moitísimas veces, era baixar do escenario e seguir na discoteca, non se paraba», recuerda. Tenían muchos clientes: «Moitísimos, e de todas partes. No Nadal, cando viñan de Suíza, non dabamos feito a carrexar caixas». Tuvieron siempre a las mejores orquestas. «Aquí ten empezado moreas de parellas, moitos dinme que se casaron alí na Xunqueira, no sentido de que alí coñecéronse, empezaron e seguiron». Después sería Slava. Hoy, centro deportivo.

«Viña xente de todas partes»

José Mira Turnes, junto a sus hermanos, conoció los años de gloria de la Bellavista, en Baio (posteriormente Positiva), y de La Solana, en A Ponte do Porto. La primera la había abierto su padre, Manuel Justo Mira Amado, en 1960, en el Campo da Feira. Diez años más tarde la trasladó a la ubicación más conocida, pero el nombre (por la vista hermosa desde lo alto) ya le quedó. En esa época de ebullición de salas con grandes orquestas y artistas de relieve nacional, la familia abrió La Solana en A Ponte do Porto, donde ya estaba funcionando la Calistenia, otra clásica. Una y otra funcionaban muy bien, pero el éxito de La Solana era impresionante. «Aquí viña xente de todas partes», recuerda. «Pero de toda a provincia, de Sada ou de Oleiros, e por suposto de toda a Costa da Morte», añade. Fueron más artistas famosos a la sala de A Ponte do Porto que a la de Baio, porque su padre tenían muy en cuenta el cuidado de la clientela.

Mira Turnes
Mira Turnes XESÚS BÚA

Las muchas discotecas del mar: Beiramar, Costamar, Miramar

En aquellos tiempos en los que la palabra crisis solo aparecía en algún disco de Supertramp, hubo una época en la que para algunos era relativamente frecuente alternar al larguísimo fin de semana entre la Beiramar (el jueves), la Miramar (el viernes), la Costamar (el domingo) y alguna de Ponteceso el sábado.

La Beiramar estaba en Laxe, en la avenida principal, y de ella hoy no queda nada. El edificio, pero en esqueleto. En Laxe funcionó muy bien la Enredos, donde está en Bahía, entre el 86 y el 98, como recordaba ayer su propietario, Manolo. Aquel espacio forma parte ahora del conjunto del hotel, pero sin uso, aunque vinculado al negocio, y en el futuro podría ser una cafetería. La Miramar de Corme es otra leyenda, también vinculada al negocio hostelero, abierto después de la guerra civil, como comenta Julian Saleta, que es la tercera generación familiar. El espacio que fue sala de fiestas es ahora comedor. A veces hay quien baila, en alguna fiesta, o se pone un karaoke, pero nada que ver con aquel lugar que fue y que reunía a mucha gente de la comarca. La Costamar de Malpica ha abierto estos años en varias ocasiones, por ejemplo para fiestas o mítines políticos, y ahí resiste el inmueble.

La Xunqueira de Cee fue una de las grandes salas de la provincia, que ahora es un gimnasio orientado al crossfit. En Buño, en esa zona de la recta de entronque con Leiloio, estuvo la Fransil, que ahora (hace tiempo) es O Tramo. En Muxía funcionó muy bien El Atarceder, en O Coído, ese edificio que hace esquina y fue testigo privilegiado del Prestige, y que acabó reconvertido en apartamentos. En Muxía iban mucho asimismo al que sería más tarde el apartotel Os Muíños: aquella era una gran sala, años sesenta y ochenta, con dos plantas.

Fisterra tenía la Galicia, y aún la tiene, cerrada hace ya mucho, en plena plaza principal de la localidad, ahora sin uso y muy deteriorada, justo debajo de lo que fue un casino. También funcionó la Piccola, en la zona final de A Anchoa, a pocos metros del mar, con su característica pared semicircular, un edificio adquirido por un particular.

En Vimianzo hubo sala de bailes en lo que es ahora, en su última etapa, el Hilton, en la calle de acceso de la travesía principal a la Praza do Concello, la Castelao. A Agualada vivió sus años de gloria con la Condal, una gran nave situada al lado de la AC-552, detrás de la iglesia y al lado de la del Sastre o de Conde. Quedó para actos sueltos: desde actividades de la extinta entidad Milleira hasta asambleas vecinales.

En Baio, la Noa Noa abrió el 15 de julio de 1982 y cerró en enero del 98. No queda nada de ella: la entrada da a una clínica de fisioterapia y abajo es un almacén familiar, pero eso no impide que quienes tienen una cierta edad y pasan a su lado miren hacia esa entrada que tanto los marcó hace años. Incluso desde los inicios, en el 80, cuando se llamaba Belba por los apellidos de los dueños, Bello y Barreiro. Noa Noa era una canción de Massiel, pero escrita por Juan Gabriel por un local de baile de Ciudad Juárez que acabaría siendo un aparcamiento, ironías de la vida que no dejan de repetirse.

Todas estas salas, sobre todo las más grandes, marcaron una época, y permitieron a los vecinos de la zona conocer a los grandes artistas del momento. Por Cee, Carballo, A Ponte do Porto, Rodís... pasaron siempre los mejores de cada momento. De Camilo Sesto a Rocío Jurado, de Manolo Escobar a Los Pecos, de Julio Iglesias a Antonio Molina, Rafaela Carrá o Lorenzo Santamaría... Algunos se quejaban de la dureza de las carreteras para llegar hasta A Xunqueira de Cee, recuerda Luis Abelleira. Eran otros tiempos en todos los sentidos.

Lolo Lodeiro
Lolo Lodeiro SANTIAGO GARRIDO

«Daquelas épocas hai milleiros de anécdotas e moi bos recordos»

Manuel Ángel Pérez Lodeiro, Lolo Lodeiro para las varias generaciones que lo trataron en el mundo de las salas y discotecas, es de los veteranos de la noche en Bergantiños, entre otros motivos porque empezó casi de chaval. Ya por la temporada 1978-79 trabajaba de pinchadiscos en A Revolta, en plenos años de gloria de esta y otras salas.

«Era a época dourada das discotecas», recuerda. También trabajó en Ordes y Lugo, entre otros lugares. En A Revolta comenzó en la que se llamaba la discoteca pequeña, la de la parte de abajo, «que funcionaba a tope constantemente». Vio la evolución de la noche, de los clientes y de las generaciones: «Como estiven tanto tempo, cando empecei viña xente de 25 ou 30 anos, e despois os fillos, e ata coincides con algún neto daqueles primeiros», señala. Mucho que contar de esos tiempos: «Daquelas épocas hai milleiros de anécdotas e moi bos recordos», añade. También tenía mucho éxito aquel espacio semanal en Antena 3 Bergantiños (actual Radio Voz) en el que se promocionaba la sala carballesa y se regalaban entradas, con llamadas de los clientes, pero más tarde, ya a finales de los 80 y principios de los 90. Todo sumaba en un movimiento de ocio que no parecía tener fin, pero lo tendría.

Lolo, con un socio, dio el salto empresarial y montó su propia discoteca allá por el año 1991. La Disil, dos sílabas que no daban lugar a las dudas: Discoteca A Silva. Duró más o menos hasta el final de la década, en 1999. Por ella pasaron muchos artistas del ambiente disco de la época, de Locomía a Chimo Bayo o Mikel Herzog, entre otros muchos. La Disil abrió en los mismos años que otra mítica de Galicia, la LP45.

Las discotecas aguantaron bien un tiempo hasta que fueron abriendo cada vez más pubs, y ya fueron a menos. «O de escoller A Silva foi unha aposta nosa. Viña moita xente, porque ademais só se saía a eses sitios, pubs case nin había», explica. Pero ya nada volvería a ser lo que fue, «aquelas tardes na Revolta con tres mil persoas, que entraban e saían, aquilo era tremendo».

Los 90 fueron el último gran tramo de ese ambiente. En la Disil, además de Lolo, pinchaban Tomás Ramos, Chema Bello, Julio Iglesias... Nombres aún recordados por cientos de jóvenes de la zona, que accedían a aquel local que hoy es un supermercado, en esa recta de salida hacia Anxeriz (o de entrada en A Silva, según se mire).

CUATRO NOSTALGIAS

BASILIO BELLO

LA CONDAL. En A Agualada. Por ahí pasó desde Julio Iglesias a María Jesús y su acordeón. Tuvo baile infantil, fue foro de Milleira (festivales, actividades culturales), bar en las fiestas de la localidad, almacén de una casa comercial... La sala se usó en determinadas épocas, a veces más y a veces menos. Vecinos de la localidad de más de 60 años recuerdan su época más intensa.

BASILIO BELLO

A REVOLTA. En Carballo. Abrió en febrero del 76, costó 90 millones de la época. Tuvo un éxito arrollador. En sus últimas etapas fue La Factoría o Diva Dance, pero nada volvió a ser lo mismo. Ahora se cae a trozos, literalmente. Es un peligro de seguridad e insalubridad, al que no se le acaba de buscar una solución

BASILIO BELLO

MACÍAS. Es uno de los emblemas de salas y discotecas de Carballo, incluso de la provincia. Acabó como Al Lío (la pandemia se lo llevó por delante), y antes fue Charada y Princesa, pero para varias generaciones será siempre la Macías. Porque así se llamaba desde su arranque, en 1926: Parque-Pista Salón Macías, en la planta baja, y no en el sótano. Juan Pardo o Al Bano estuvieron ahí. 

BASILIO BELLO

CHAQUETÓN. A principios del actual siglo todavía funcionaba, y nada mal. Discoteca urbana pequeña (como la Week-End o la Mikro-Inn & Out) junto a la calle Vila de Laxe de Carballo, con pequeña plaza en frente, y que tuvo unos cuantos años de gloria, con un excelente funcionamiento. Hoy hace de garaje.