Marina Muxía, un apartamento vacacional flotante

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

La búsqueda de un turismo más privado y seguro ha relanzado la navegación recreativa, algo que notan en puertos como el muxián, que ofrece 220 plazas de amarre

01 mar 2022 . Actualizado a las 18:36 h.

En un puerto como el de Muxía, que queda de paso para navegantes del norte de Europa que se dirigen a las cálidas aguas del Mediterráneo, el mes que viene podrá empezar a «verse movemento» pese a que la temporada alta no empieza oficialmente hasta mayo. En diciembre y enero el tiempo ayudó, pero febrero no defraudó y se mantuvo en la línea de los últimos años. No para bien, no vayan a pensar. En palabras del responsable de Marina Muxía, Marcos Trillo, es siempre un «mes malísimo».

Pero es una circunstancia que perciben prácticamente desde siempre [tomaron las riendas de las instalaciones en 2014], y que no guarda demasiada relación con la crisis sanitaria, que se notó más en la primera mitad de la pandemia que en esta última etapa. «Pasado un tempo da chegada do virus, a xente que xa tiña barco deuse conta de que é un tipo de turismo tranquilo, seguro e perfecto para facer en familia e volveu ao timón», señala Trillo, que trabaja principalmente con clientela extranjera. Muchos franceses, ingleses y holandeses, sobre todo, aunque a finales del verano pasado tuvieron un repunte importante «de escandinavos, que prolongaron a tempada de verán baixando a augas do sur de Europa».

El náutico muxián tiene 220 plazas de amarre y hace unos años hicieron reformas para poder dar cobijo a embarcaciones de hasta 35 o 40 metros de eslora. No son las que más abundan, pero de vez en cuando se dejan ver y, como es lógico, llaman la atención. «Non sempre son de xente famosa —bromea Trillo— ao contrario do que a moita xente lle parece, e nalgúns casos o dono nin sequera está no interior, senón que é unha tripulación profesional a que trae o barco».

Quizá no famosos o adinerados, pero la mayoría de los usuarios son de perfil acomodado y eso se percibe en el consumo que hacen por la localidad y en el hecho de que en muchos casos frecuenten el Parador de Lourido. «Se tes un barco é porque podes. Non é como un coche, que o podes precisar para ir traballar. Ademais do desembolso, ten un mantemento importante e hai que sumarlle os gastos por amarre, claro», cuenta Trillo, al tiempo que añade que las embarcaciones que más abundan en las instalaciones que gestionan son «veleiros con capacidade para entre 4 e 6 persoas que son como unha autocaravana flotante e teñen bastante autonomía».

Tiene Trillo clientes que dejan sus navíos al abrigo del puerto muxián y que regresan una semana cada mes o cada dos meses para disfrutar de un tiempo de desconexión, «unha especie de apartamento vacacional» flotante, sugiere. Rara vez han superado el 50 % de ocupación, aunque eso es algo que él achaca a la sobreoferta de plazas en Muxía, que contrasta con la escasez en otros puertos como Corcubión o Laxe. «Era mellor que estivese a oferta máis repartida porque a xente cánsase de navegar sempre pola mesma zona. Non hai nin infraestruturas nin unha visión global», lamenta Trillo, que también clama por medidas que ayuden a desestacionalizar la actividad turística. En la villa de la Barca, asegura, «en tempada baixa está todo pechado, morto, e había que intentar traballar todo o ano».

Además de amarre, el náutico muxián ofrece también otros servicios típicos de estas instalaciones, como duchas, vestuarios, una estación de servicio, lavandería e incluso un coche de cortesía para desplazamientos por la zona. También alquilan bicicletas eléctricas a través de una empresa especializada, algo que Marcos considera muy útil entre quienes recalan en el puerto muxián con miras a hacer el Camino de Santiago. «O ano pasado tivemos varios grupos de peregrinos, mesmos algúns deixaban aquí o barco e ían a pé ata Santiago. O certo é que é un plan moi bo e notábaselles moi ilusionados, conversando con outros peregrinos polo pobo, planificando todo... Marchaban andando, volvían en taxi e só tiñan que subirse ao barco para retornar», relata el responsable de Marina Muxía.