Ramón Redonda: «Dende rapaz sempre me gustou axudar en todo aos meus veciños»

Antón Lestón Lago
Antón Lestón CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana García

Personas con historia | De participar en múltiples comisiones de fiestas a presidir la asociación de vecinos O Rumbo, de Sardiñeiro, este fisterrán ha dedicado toda su vida al asociacionismo local

06 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramón Redonda González, Moncho, (A Amarela, Corcubión; 1943) es una de esas personas que todo lugar necesita. Siempre disponible y dispuesto a echar una mano en lo que haga falta, lleva más de sesenta años impulsando diversas iniciativas a través de la unión vecinal. Primero en su A Amarela natal y ahora en Sardiñeiro, donde preside la Asociación de Veciños O Rumbo y donde es ya todo un ilustre después de pasar allí más de cuarenta años.

Todo comenzó en Redonda, su parroquia natal y a la que representa con su primer apellido, cada vez menos común en Galicia (Solo 105 personas se apellidan Redonda. De ellas, hay 36 en Fisterra, 27 en Corcubión y 22 en Cee). «Dende ben pequeno ía polas aldeas axudando a construír algunhas casas ou a melloralas, é algo que me inculcaron meus pais», cuenta respecto a una época muy diferente en cuanto al número de jóvenes en el rural. «Recordo que eramos moitos rapaces, pero o mundo cambiou e agora as familias son máis pequenas e teñen que marchar porque aquí xa non hai para todos. Antes traballaban 600 persoas na fábrica, outras tantas nos barcos, nos aserradoiros ou na Sicar». Precisamente, en los astilleros de la Naviera Sicar trabajó desde 1957, cuando ya integraba alguna comisión de fiestas, hasta 2004.

Pero su trayectoria profesional no tapó una vida llena de proyectos políticos y sociales, que comenzaron en Sardiñeiro, donde lo asentó su matrimonio tras realizar la mili en Ferrol. En 1979 saboreó la primera victoria democrática en unas elecciones locales representando a UCD, que en Fisterra estaba liderada por Valentín Castreje, y estuvo presente en el gobierno municipal durante 36 años seguidos, terminando su periplo en 2015, tras salir elegido concejal popular. «Eu xa me quería ir, porque a política é moi sacrificada. A min gustábame moito pero xa eran 36 anos traballando sen descanso mañá e noite sen cobrar un salario do concello», razona. Un paso al lado que decidió dar después de estar imputado en una Operación Orquesta, de la que salió libre sin cargos, que admite que le pasó factura.

No obstante, la política de los últimos años ya no le aportaba lo mismo que en él había suscitado la que se hacía en las últimas décadas del pasado siglo. «Antes era moito máis bonita, porque os políticos sempre estabamos pensando cousas para mellorar ás vidas dos veciños e por iso nos votaban. Agora parece que se vota máis por como falan e dependendo do partido», destaca un Moncho que fue clave en su día para la renovación del puerto de Fisterra, el saneamiento municipal o la estación de bombeo en Sardiñeiro.

Impulsores del Camiño

Él y sus compañeros de partido pusieron, también, una de las primeras piedras del gran sustento económico que existe hoy en la Costa da Morte, el turismo. Lo hicieron dando los pasos necesarios para que la Xunta de Galicia reconociese el Camiño hasta Fisterra, elemento que sigue considerando vital: «Foi a liña de saída do turismo. Grazas a iso comezou a pasar moita xente por aquí que despois decidía vir novamente para pasar días», explica antes de advertir que ante la falta de industria, los gobiernos locales deben «coidar e potenciar moito ese sector turísitco».

Demandas y mejoras que pelea ahora desde el otro lado de la política, ya que preside la Asociación de Veciños O Rumbo, desde donde siguen esperando la terminación del paseo marítimo de Sardiñeiro. «Eu, mentres me atope ben vou a seguir. Dende rapaz sempre me gustou axudar en todo ós meus veciños», resalta.

«Na charanga cada vez somos menos e temos menos apoio das institucións, é difícil»

La música ha servido también a Ramón Redonda para juntarse con vecinos, aprender y, sobre todo, disfrutar. Tanto que todavía no ha parado. Y eso que comenzó bien pronto, cuando un tío suyo llegado de Brasil le incitó a que se animase con varios instrumentos y a que lo acompañase por distintas verbenas próximas. En 1961 entró en la mítica orquesta corcubionesa La Palma, donde estuvo dos años. Luego, con el paso de los años, ideó un proyecto para que los más pequeños adquiriesen una formación que él solo consiguió a base de práctica: la Escola de Música de Sardiñeiro, que se puso en marcha en 1992 y que todavía funciona, aunque con dificultades. «Cando comezamos era a moda, e todos os pequenos do lugar pasaban por alí e formábanse nalgún instrumento. Agora xa teñen moitas máis posibilidades, pero eu sigo animándoos porque a formación é algo que che queda aí para toda a vida».

La escuela pronto dio a luz a la banda local, que se estrenó en 1998 y que fue una habitual en las fiestas de la comarca durante los primeros años del milenio. Ahora, reconvertida en charanga, no pasa por su mejor momento. «Cada vez somos menos e temos menos apoio das institucións, polo que é difícil», lamenta. Pero se mantienen, con una mezcla de juventud y experiencia que les ha llevado a participar en más de treinta actos durante un 2021 muy complicado para la cultura: «A pandemia matounos a todos e vainos marcar para o futuro, pero na Costa da Morte somos moi fortes e sempre saímos destas cousas tan fastidiadas. Fixémolo co Prestige, co Casón, e farémolo tamén con isto», avisa.