Fabián Fachín: «Aprendí a vender flores en el mismo mercado cooperativo que José Mujica»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Persona con historia | Ha sobrevivido a la crisis uruguaya del 2002 y a la de la pandemia del 2020

11 nov 2021 . Actualizado a las 08:12 h.

Fabián Fachín (Montevideo, 1968) era todavía un niño cuando acompañada a su padre al trabajo. «Aprendí a vender flores en el mismo mercado cooperativo que José Mujica», explica. El líder revolucionario tupamaro, que llegó a presidente de Uruguay, era floricultor igual que Juan Segundo Fachín y Baltasar Brum Fachín, padre y abuelo de El chico de las flores, que desde hace años anda por las ferias de la zona, sobre todo de las de Carballo y Arteixo. Fue en esta localidad donde le pilló el cierre por la pandemia, en vísperas de San José. «El bicho», como le llama, casi lo arruina por segunda vez. Ha sobrevivido a dos crisis que se han cebado con su economía y a una tercera que casi se le lleva también la salud, pero de los tres agujeros, que han sido bien profundos, ha conseguido salir.

Fabián Fachín viene de italianos, los de las flores, que aprendieron en Uruguay los secretos de la plantación de claveles de los japoneses. En ese ambiente se crio en el barrio Paso de la Arena. Uno de sus primeros recuerdos es algo inquietante. «Mis abuelos estaban abriendo un pozo, con pico y pala, porque entonces no había barrena y recuerdo que me bajaron en un cacharro que estaba sujeto con tres palos», explica. No recuerda el motivo de la arriesgada maniobra, pero sí que ese trabajo formaba parte de la plantación de flores a la que se dedicaba la rama italiana de la familia. La galleguidad le viene de su madre, hija de coristanqueses de Sampaio, donde todavía tiene unas tías.

Sin embargo, cuando Uruguay se hundió en una terrible crisis financiera, que culminó en el 2002 y arrancó justo antes del cambio de siglo, Fabián Fachín era importador de ropa interior. Recuerda perfectamente como fue: «Dejé todo mi dinero en la calle en pesos» y como el propio presidente animaba a comprar dólares... Fue una auténtica debacle. «Arruinó a mucha gente, muchos se mataron», reconoce.

Rumbos

El emprendedor se planteó varios rumbos y eligió Galicia para volver a hacer lo que aprendió de su padre en aquel mercado de las calles Guadalupe y San Martín. En eso estaba cuando casi se mata por las escaleras de su casa, en la Gran Vía. Era en torno a Difuntos cuando resbaló y cayó del cuarto al tercer piso. Un derrame cerebral lo mantuvo en coma una buena temporada. Ahora ni recuerda el año en que ocurrió ese accidente y parece conservar alguna leve secuela, pero lleva siempre por delante que es un currante nato. «Nuestros padres nos han dejado esa herencia y de ella estamos orgullosos», dice. «Puedes ir por todo el mundo si eres trabajador, por cualquier parte», insiste.

Cuando se recuperó no paró hasta que lo hizo «el bicho», en seco. Se había abastecido para el San José, para uno de los mejores mercados del año en Arteixo y, de pronto, se encontró con todo el material que había comprado y sin poder darle salida. A pesar de todo tiró para adelante. «Tengo dos piernas y tengo ganas», dice, por lo que no tiene la intención de «dar un paso atrás».

Todavía está debiendo los créditos de ese terrible marzo del 2020 y aunque este año le ha ido bastante bien reconoce que no ha bastado para poder recuperarse. Tenía entonces trabajadores y 15.000 euros de material y todo se fue al traste, pero asegura que tiene fuerza suficiente «para pagar lo que debo».

Hace casi 20 años que llegó a España «sin un duro», solo con los conocimientos que adquirió sobre las flores y con ello se ha estado ganando la vida en Carballo. Ahora tiene que acabar de sobreponerse a la pandemia. Fuerza no le falta.

«De Carballo no me mueve ni Dios, esto es un paraíso»

Fabián Fachín podría haberse ido a los Estados Unidos cuando la crisis uruguaya lo hizo salir de su país, pero se decidió por España. Su ascendencia gallega le permitía la nacionalidad y recaló en el Bergantiños materno.

Sabía ya mucho de flores, porque había mamado el negocio, pero tenía que conocer mejor como se movía el sector a nivel español y le recomendaron, o lo decidió él mismo, ir a Vilassar de Mar, en la provincia de Barcelona, donde hay un importantísimo mercado. No fue una buena idea. Llegó por la mañana y ya en la puerta empezaron los problemas. «Había dos azafatas a las que di los buenos días y me respondieron. Yo tenía entonces un fuerte acento uruguayo y las dos se pusieron a hablar entre ellas en un idioma que yo no entendía. Me dijeron que no podía entrar y yo les afeé que me había dirigido a ellas en español y que me habían faltado al respeto», explica. A pesar de que llamó a su contacto, que era andaluz, no le quedaron ningunas ganas de quedarse allí. «Casi en el mismo tren que llegué desde A Coruña, me volví».

Nada quiere saber de Cataluña y asegura incluso que si tiene que ir a Italia, donde están sus orígenes paternos, lo hará sin pisar ese territorio. «De Carballo no me mueve ni Dios, esto es un paraíso», señala ufano.

Aprendido

Señala que de Uruguay vino «aprendido» en el negocio de la flor, pero tuvo que aceptar que había algunas diferencias entre la forma de trabajar de cada país. Ahora está más que adaptado con su familia y con su negocio. Mantiene su fuerte acento y se ha convertido en una figura muy reconocible en las ferias de los domingos y los mercados de los jueves.