Las algas de la Costa da Morte, el maná que no pierden de vista las firmas de biocosmética

Pablo Varela Varela
pablo varela CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ariana Fernández, de la empresa de biocosmética LP10
Ariana Fernández, de la empresa de biocosmética LP10 CEDIDA

Ariana Fernández, empresaria coruñesa al frente de la marca LP10, trabaja con materia prima extraída en las aguas de Barizo

11 nov 2021 . Actualizado a las 10:46 h.

Antaño, en la Costa da Morte, los vecinos recorrían las rocas tras días de mareas vivas para recoger el argazo, un tipo de alga que queda semiexpuesta, y que tenía —y tiene— mercado en el exterior. «Despois había que secalo, estirado, e a continuación vendíaselle a quen o quixese comprar na vila. Era un sustento», resume un vecino de Corme.

Lo que antes se adquiría por apenas unas pocas pesetas es, a día de hoy, una mina aún por explotar. Así lo define Ariana Fernández, coruñesa que regentó una farmacia en el Paseo de los Puentes desde el 2004 hasta que, hace tres años, se lanzó a una aventura en el mundo de la biocosmética, campo en el que se especializó por sus conocimientos en formulación. «Había hecho mis pinitos, pero cuando empecé con LP10, mi empresa, ya trabajaba con mucha materia prima gallega», explica.

Ahora, experimenta con un nuevo prototipo que, además de las algas del litoral, integra aguas termales de la provincia de Ourense. Es, en definitiva, una amalgama de ingredientes enraizados en Galicia, que ponen en valor un sector que aún calibra sus opciones de futuro. Desde hace cinco años, Fernández ejerce como mentora en un programa de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) que pone en contacto a futuros emprendedores formados en sus aulas con empresarios ya asentados en el tejido autonómico, y que pueden orientar las vías de negocio o incluso crear sinergias en caso de proyectos comunes. En el mundo de la cosmética natural, sin embargo, se da la circunstancia de que Galicia aún no ha dado el salto definitivo pese a que, de inicio, cuenta con lo más difícil de hallar, el producto.

Fernández reivindica la necesidad de dar forma a una cooperativa que ayude a los pequeños productores. «Debemos aunar a todos los que estamos dando los primeros pasos aquí. Y que la Xunta lo apoye. En el caso de las algas, aquí hay mucha riqueza. Y no es algo que venga de ahora, porque ya las culturas orientales y precolombinas las tenían en cuenta para, por ejemplo, el uso de fertilizantes», expone.

Las propiedades

«Una crema no es un líquido, necesitas una textura», detalla la propietaria de LP10. Para conseguir darle forma y que no sea de tipo graso, las algas son clave. Fernández trabaja con firmas como Algas La Patrona (Cambados), Porto Muíños (Cerceda) e Industrias Roko (Llanera, Asturias) para obtener el producto.

En algunos casos, estas empresas acuden a recolectores de confianza en la Costa da Morte para abastecerse. Barizo, a un paso de Malpica, y la costa que bordea el entorno de Niñóns y Brantuas, en Ponteceso, son varias de las localizaciones estratégicas donde se opera.

Además del argazo, en esta zona también se extrae la conocida como Chondrus Crispus, una alga roja habitual en las costas atlánticas, susceptible de hallarse en las superficies rocosas. También la Ascophyllum Nodosum, habitualmente orientada a la fabricación de bioestimulantes por su alto contenido en vitaminas y minerales.

En algunos casos, las cremas obtenidas ayudan a prevenir la sequedad de la piel porque las algas empleadas ayudan a retener la humedad; en otros, se plantea su uso para frenar cuestiones como el acné. «Y yo utilizo mucho las algas coralinas para combatir la cuperosis, una coloración roja de la cara, que se produce por una dilatación de los vasos capilares», detalla Fernández.

Un sector por explotar

En el programa de mentorización de la USC en el que participa, Fernández se ha topado con que «la mayoría de la gente que está en esto no sabe llevarlo a término». O lo que es lo mismo, que no encuentra o determina una visión de mercado. «Hay quien utiliza antiguas fórmulas de sus abuelos y les funciona bien, pero el tema es llevarlo hasta un objetivo concreto. En las incubadoras intentamos orientar a los que llegan con una idea, pero falta llevar a todos los fabricantes hacia un punto de unión», cuenta Fernández.

La ronda en la que participa actualmente concluirá en junio del año que viene. Mientras tanto, trabaja con miel de Os Ancares y vino de la Ribeira Sacra para explorar sus propiedades en otras aplicaciones lejos de las habitualmente preconcebidas, como las gastronómicas. Y con las algas, que también se comen, no es diferente. «En este campo está todo por investigar», resuelve Fernández.