Olalla Formoso: «Adoptáronme nun orfanato da India e aprendín a tocar a gaita en Madrid»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

La directora del colegio de A Agualada es, con 26 años, de las más jóvenes de Galicia

28 oct 2021 . Actualizado a las 10:16 h.

Nació en agosto de 1995 en el estado indio de Odisha (antigua Orissa), pero probablemente celebre más el día de octubre de 1996 en que sus padres la recogieron del orfanato. Es la directora del colegio de A Agualada, en Coristanco. Seguro que de las más jóvenes de Galicia con este cargo y tan gallega que toca la gaita desde niña y los sábados práctica baile tradicional y pandereta.

Olalla Formoso Sanmartín es tan extraordinaria como todo lo que le ha pasado en su vida, desde el día en que vino al mundo hasta el pasado septiembre en que fue puesta al frente del centro educativo de Bormoio, en el que, por otra parte, está encantada, tanto con los compañeros, todos nuevos, como con los niños y las familias.

Olalla nació en la India, pero ha pasado la mayor parte de su vida en Madrid, donde estudió incluso la carrera. Se ha criado gallega en la distancia, con el idioma a diario en casa y las clases de gaita en las instalaciones de la Xuntanza de Galegos de Alcobendas, que sus padres contribuyeron a fundar.

Él es de Carnota y ella, de Chantada, se marcharon a la capital de España por temas laborales. Él había hecho Magisterio, pero se dedicó a otros trabajos, y ella, farmacia y trabajó con niños autistas. «Unha amiga, Mari Carmen, díxolles que as nenas indias eran moi bonitas, que lle encantaban. Eles miraran para adoptar en varios sitios, pero fixéronlle caso».

Olalla no recuerda nada de su vida en la India y solo unas fotos son testigos de su origen. Desconoce completamente las circunstancias que la llevaron a terminar en un orfanato, pero hay poco que adivinar porque los abandonos de niñas son muy frecuentes. Con sus padres quedaron en hacer un viaje a la India cuando aprobara la oposición, pero lo hizo en el 2019 y la pandemia dio al traste con todos los planes. Confiesa que su relación con su país natal es escasa, contactos con la mujer que hizo de traductora y guía a sus padres cuando la adoptaron, «algún día imos a restaurantes de comida india» y trato con otras jóvenes de ese país que también tienen progenitores gallegos.

Su cultura es gallega al ciento por ciento, aunque confiese que se dirige a sus padres en castellano «polo ambiente e o contexto, pero eles sempre se dirixían a min en galego». Por eso no le costó nada aprobar el Celga 4, que preparó en Madrid con Carme Lamela, de Antas de Ulla. Ya llevaba un tiempo estudiando gaita con José Carracedo, de Ponteareas, y después formó parte de un grupo en Louro, donde llegó a hacer algunas actuaciones.

Su condición de adoptada no le ha impedido tener una familia bastante amplia, repartida entre el interior y la costa de Galicia, con una abuela en cada uno de los ámbitos y algunos primos que compensan el hecho de ser hija única.

Señala que lo que más agradece a sus padres es la formación, la educación que le dieron y reconoce que nunca quiso ser otra cosa que maestra. 

Tutora

Ahora es la tutora de los niños de 4 y 5 años del colegio de Bormoio y reivindica la escuela rural como un modelo en el que se pueden hacer cosas muy importantes, aunque lamenta que cada vez sean menos los escolares. De hecho, este año se han quedado sin una de las unidades de infantil que tenían. Es este su segundo destino, ya que el primero, como funcionaria en prácticas, fue el Camiño de Santiago, en O Pino. Desde el curso pasado tiene la plaza definitiva y será difícil, reconoce, que se mueva de A Agualada.

Ana Garcia

«Todos os docentes marcharon e quedei só eu con destino definitivo»

Olalla Formoso llegó al Bormoio-Agualada el primer año de la pandemia. Era su segundo colegio. Reconoce que le gustó, pero que nunca se había planteado ser directora y menos con 26 años. Pero el destino es caprichoso con esta joven nacida a casi 8.500 kilómetros y la ha terminado poniendo, con ayuda de la Consellería de Educación, al frente de un colegio en Galicia, donde siempre quiso estar y donde ahora reside con sus padres.

«Todos os docentes marcharon e quedei só eu con destino definitivo», explica. Se acogieron al concurso de traslados y del año pasado únicamente repetían la orientadora, interina, y ella. No hubo dudas en la elección. Parece que el principal motivo para que se fueran tantos docentes es porque el de Agualada es uno de los pocos colegios que mantiene el horario partido. Casi todos los alumnos comen en el centro.

Al ser un colegio pequeño tiene que hacer también de jefa de estudios, de coordinadora de infantil y de tutora, lo que resulta bastante complicado, sobre todo porque las docentes de los niños más pequeños «temos os horarios bastante xustos porque non podemos compartir cos especialistas como pasa na primaria». A pesar de eso dice que puede sacar adelante todas las tareas gracias a la colaboración de los compañeros.

A sus alumnos les ha contado que es adoptada y todo el periplo de su vida y dice que no les sorprende nada su aspecto. Cree que a los más mayores puede haberles llamado la atención, pero no han hecho ningún comentario. Tampoco los padres o el resto de los compañeros. De hecho, su origen pasa casi por completo desapercibido, aunque ella no tiene ningún interés en ocultarlo.