La olería, la seña de identidad de Buño desde hace dos milenios

Antonio Longueira Vidal
TONI LONGUEIRA CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Doce familias mantienen viva la tradición | La innovación es la marca de un sector que busca la diferencia e internacionalizarse

12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La olería es el gran escaparate de Buño a nivel internacional. Y el barro, la seña de identidad de una parroquia de apenas medio millar de vecinos, vinculada a la artesanía desde hace más de dos años. Sí, cuando los castreños que poblaron la zona durante la Edad de Hierro se asentaron en lo que se conoce por A Croa do Castro, en la parroquia de Cerqueda, a escasos cuatro kilómetros de la capital municipal, Malpica. Un antiguo asentamiento desde el que comercializaban con otras tribus, como los ártabros o los nerios.

Y es que justo al lado de lo que hoy es el polígono industrial de Buño atraviesa por el subsuelo una gran y rica beta de arcilla, una materia prima de las de mejor calidad, según admiten los empresarios expertos en el sector. Ese filón supuso el despegue definitivo de Buño. Del siglo XVI ya hay piezas documentadas y era un oficio más que consolidado. A comienzos del siglo XX contaba con 114 talleres familiares. El que más y el que menos vivía de la olería. Hoy, cien años después, la tradición perdura, gracias al encomiable trabajo de una docena de artesanos, que mantienen la llama de una actividad que convierten a Buño en la única gran localidad gallega en la que se mantiene intacta la tradición milenaria de los cocederos artesanales de barro.

Pero como todo en la vida, la evolución es la clave. La adaptación a las nuevas tecnologías, las modas, los gustos, las redes sociales... Los oleiros han sabido identificar estos cambios e introducirlos en sus talleres. La diferenciación y la internacionalización son sus sellos identificativos, sin olvidarse de los canales tradicionales de ventas. Esos que marcan los cientos de turistas que, cada año, visitan la parroquia para hacer acopio de las mejores piezas de artesanía. De hecho, estos trabajos únicos fabricados a mano permitieron que los alfareros recibieran la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Pero no solo eso, sino que grandes firmas nacionales e internacionales se fijaron en sus diseños. Como la prestigiosa y lujosa casa Loewe, que en su última colección, diseñada este mismo año, utilizó los asadores de castañas de Antonio Pereira, O Rulo, para triunfar en las pasarelas de Nueva York.

Pero esa internacionalización no es incompatible con la tradición. Una tradición que es perfectamente visible en el trabajo que se desarrolla a diario en el Ecomuseo Forno do Forte y en la rehabilitación de algunos antiguos cocederos de barro, unos espacios que desde hoy podrán ser visitados coincidiendo con la inauguración, por todo lo alto, de la 37ª edición de la Mostra da Olería de Buño.