Cierra, tras más de 60 años de actividad, la mítica Droguería Reymúndez de Baio

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

Los responsables se jubilan tras haber vendido en este negocio prácticamente de todo

02 sep 2022 . Actualizado a las 10:45 h.

Droguería, bazar, ferretería, artículos de caza y pesca, perfumería, juguetería, libros de texto, abonos... A la Droguería Reymúndez solo le faltó vender alimentación para cubrir prácticamente todas las necesidades que en un pueblo como Baio pudieron surgir a lo largo de los decenios. A finales de año, y tras más de sesenta años de actividad continuada, echará el cierre por la jubilación de los dos responsables, Miguel Reymúndez y su mujer, Pilar Baña. «Chega un momento no que xa queres disfrutar algo», confiesa él, «cinco días de vacacións ao ano foi o que tivemos toda a vida: tres días polas festas de setembro aos que lle sumabamos dous máis. Ademais, acabamos de ser avós primeirizos».

Fue el padre de él, de Miguel, el que abrió el negocio y fue allí donde se vendieron «as primeiras televisións da volta». Falleció joven, así que su mujer y su hija más mayor, que no llegaba ni a los veinte años, tuvieron que quedarse al frente de todo mientras los hijos menores seguían con sus estudios. «Colleron o touro polos cornos», rememora Miguel, que cogió el relevo al retirarse su madre, Julia, que acaba de llegar a los 100 años.

Desde entonces fueron adaptándose «ao que o pobo de Baio precisaba». Por ejemplo, cuando se dejó de usar la vieja Enciclopedia Álvarez y llegaron los primeros libros de texto, no había en la localidad ningún comercio en el que se pudiesen comprar, salvo la de Reymúndez. También vendieron el famoso Optalidon e incluso dinamita. Sí, sí, dinamita: «Foi nunha época na que tiñamos cartuchería e na que vendiamos tamén explosivos», cuenta Miguel. «Case máis que por gañar algo con esas cousas, facíamolo por servir. Cando viña a tempada do escaravello, por exemplo, viña para nós un camión enteiro cargado de insecticida. Era moito o que se vendía!».

Ana Garcia

Las necesidades fueron mudando, como también su catálogo y, lógicamente, sus competidores. De ser un establecimiento de referencia para toda una comarca pasaron a tener que luchar contra un enemigo invisible, pero omnipresente: el gigante Amazon. También los bazares orientales han hecho mella, aunque en menor medida. No obstante, están agradecidos a esa «clientela fixa» que les acompañó incluso a través de varias generaciones. «Este tipo de comercios están desaparecendo. Negocios de aldea, dos de antes, deses nos que estás especializado en nada pero en todo ao mesmo tempo», dice el responsable, que de no haber llegado la pandemia probablemente habría extendido la apertura quizá un año más.

Triple celebración

Pero las cosas son ahora muy diferentes y en los escaparates de la de Reymúndez cuelga ya el cartel de «En liquidación». Esperan de aquí a final de año poder deshacerse de la mercancía acumulada, aunque saben que será difícil porque es muy diversa. Han sido más de cuarenta años los que Miguel y Pilar han dedicado a este comercio y la clave para la longevidad (tanto de su matrimonio como de su tienda) ha sido «non mesturar as cousas da casa cos problemas do negocio», reconoce Miguel, que bromea: «Creo que somos unha especie única. Cando me preguntan canto tempo levamos casados sempre digo que 86, e non 43, porque sempre traballamos e vivimos xuntos». Ahora aguardan el momento en el que la situación sanitaria mejore para hacer una triple celebración: el retiro, los 100 años de la matriarca y el nacimiento de su primera nieta.