Pascua de Resurrección
Se van a cumplir ya dos meses de la muerte de José Ramón Barreiro Fernández. Me parecía importante dejar constancia pública de estas pequeñas cosas, que normalmente no salen en las loas oficiales. Me refiero al amor de esposo, al amor de padre, a su condición de creyente (piensen lo que piensen y digan lo que digan algunos), a su humanidad y sencillez. Era hombre cordial y de conversación rica y agradable.
Dedicó buena parte de sus últimos meses de vida a repasar textos fundamentales de la teología católica. Era consciente de que el tiempo se le estaba acabando… ya no podía salir a dar sus largos paseos, que tanto le gustaba y, sin embargo, esa proximidad a la muerte no le quitó la paz. Asumía, no vamos a decir que con alegría pero sí con serenidad y valentía, esa etapa vital. De ello habló en no pocas ocasiones con su mujer. Ojalá todos nosotros tuviésemos esas conversaciones difíciles con los nuestros, que tanto bien hacen, que tantos duelos patológicos evitan.