Los crematorios comienzan a ganar terreno en la Costa da Morte en pleno cambio social

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

En la comarca fallecen cada año unas 1.500 personas. De otro lado, pandemia y temas urbanísticos demoran los nuevos cementerios

01 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos 25 años, los tanatorios eran todavía algo exótico en la Costa da Morte, y hoy los construyen incluso los concellos, como hicieron los de Camariñas, Dumbría y, muy recientemente, Zas. Hay parroquias no muy grandes con uno, incluso con dos (A Agualada), y hasta lugares con tres (A Silva). Fue un cambio social, gradual e imparable, y puede que algún día pase lo mismo con los crematorios, en una comarca en la que la cifra de fallecimientos anuales en Bergantiños, Soneira y Fisterra, además de Cerceda, oscila en torno a los 1.500: algo más en el 2018, y algo menos en el 2019.

Los primeros pasos ya están dados. Hace ocho años, el grupo Bergantiños inauguraba el del polígono de Bértoa, en Carballo, cuando ya no es que estas obras fuesen impensables, sino que en ese tiempo casi nadie construía en ese parque empresarial, hoy lleno. Ahora proyectan otro en Cee, también en el polígono, con unos 600.000 euros de inversión. Será el tercero de la zona, porque el segundo fue el de San Antonio de A Laracha, en un complejo más amplio que incluye capilla, sala de despedidas, velatorio, dormitorios para familiares... Esta misma empresa planea ya construir un segundo crematorio, que será el cuarto de la zona.

Ana García

Manuel Pombo, de Bergantiños, señala que no hay duda de que cada vez más gente opta por esta vía. «Xa pasou antes nas cidades, como na Coruña, e son hábitos que se van desprazando». El ahorro no es la principal causa, pero ayuda. La caja que se va a quemar es, obviamente, más barata. «Creo que a pandemia cambiou moito a maneira na que a xente mira estes temas, vai haber un antes e un despois». Iván Amarelle, de San Antonio, dice que las familias que piden esta opción no paran de crecer. Es consciente de que es un cambio de costumbres, «mesmo cultural, pero está pasando, e non só aceptado por xente nova, tamén maior ou de certa idade», indica. En los precios influyen muchos factores, como si se incluye o no el entierro de las cenizas en el panteón familiar (algunos lo hacen, otros no), o todo el ceremonial que se pida. Pero es un hecho que las prácticas están mudando.

Qué hacer con las cenizas

Estos nuevos tiempos incluyen necesidades que antes ni se contemplaban, como qué hacer con las cenizas del difunto. Cada familia es libre de decidirlo, y de hecho es común ver destinos muy variados para ellas (el Cabo Fisterra es un lugar muy habitual para viajeros), pero si se quiere respetar la doctrina católica no lo es tanto. Hay una instrucción general del año 2016 que lo detalla, y en noviembre pasado el arzobispo de Santiago la recordó en un amplio resumen.

Así, la Iglesia no permite que se guarden en casa, sino en un lugar sagrado (cementerio columbarios, iglesia, área especial...). No se pueden dividir entre diferentes núcleos familiares, ni esparcirlas en aire, tierra o agua; ni convertirlas en recuerdos o piezas de joyería, siempre como respeto a la memoria del fallecido.

Pandemia y temas urbanísticos demoran los nuevos cementerios

Casi como tradición, la construcción o ampliación de cementerios siempre ha tardado mucho, y así sigue. En Carballo lleva años pendiente, pero el proceso para la ampliación de las actuales seis mil sepulturas (4.245 metros cuadrados más) ya está en marcha, tras derivar el dinero previsto el año pasado para gastos de la pandemia.

Justamente el coronavirus también ha ralentizado la iniciativa privada para levantar 168 panteones en la parte alta de Corcubión (Alto do Vendaval, cerca de la Casa da Cultura). Hay ya muchos trámites aprobados, quedan pocos, y el promotor (el mismo que realizó el cuarto de Moraime, el de San Roque, en casi tres años) estima que en dos o tres meses podría estar todo el expediente concluido para poder mirar ya al inicio de las obras. En Dumbría hace tiempo que quieren ampliar el cementerio de colores, un centenar de panteones de cuatro nichos cada uno. Ya se hablaba de ello en el 2015, había presupuesto en el 2019 y lista de espera. Pero la ausencia de planeamiento y las nuevas exigencias van a impedir que, de momento, sea una realidad.