La píllara supera la pandemia, con 20 nidos y nueve polluelos en la Costa da Morte

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Baldaio sigue siendo el paraíso de esta ave escasa y protegida

26 mar 2021 . Actualizado a las 04:14 h.

En la última campaña hubo en el arenal de Baldaio veinte nidos de píllara (uno, algo destruido), este pájaro escaso, valioso, pequeño y protegido por la amenaza a su pervivencia, que tiene en la playa carballesa uno de sus mejores santuarios de Galicia.

Pero esa cifra de veinte, por si sola, no dice mucho fuera de contexto: de los 17 polluelos que nacieron, nueve lograron volar en los seis nidos eclosionados, y ese es el dato relevante para un pájaro que tiene muchos predadores y, por tanto, escasas posibilidades de salir adelante. Ese es el resumen del 2020. Los datos del 2019 fueron mejores y peores, según se mire: trece nidos y diez polluelos, recuerda Manu Mariño, que trabajó muchos años con Axena, pero ahora mantiene su labor voluntaria y documental con visitas frecuentes al arenal. Su labor es clave para que el censo se actualice, como lo es el de los agentes de Conservación da Natureza, encargados de vigilar, controlar y vallar esos nidos tan frágiles y expuestos a tantos peligros, naturales, animales y humanos.

Los datos los aporta María Vidal, investigadora de la Universidade de Santiago, la mayor experta en la píllara o chorlitejo patinegro, al que dedicó su tesis doctoral en la Facultade de Bioloxía hace ya siete años, analizando su evolución antes y después del Prestige. Gracias a su trabajo se conoce y cuida esta ave en Baldaio (la limpieza mecánica está prohibida, por ejemplo) y en el resto de Galicia y ella ha realizado varios anillamientos para controlar mejor la población, además de sus conferencias y estudios. Esta semana se ha celebrado una reunión del llamado Grupo Píllara en la que se analizó toda la información recopilada, un acto en el que también participaron colectivos ambientalistas.

Control desde abril

Esta campaña también estuvo marcada por la pandemia. El primer nido no pudo detectarse hasta el 21 de abril, por el cierre perimetral, y el último, en la segunda quincena de agosto. ¿La falta de presencia humana, paradójicamente, pudo favorecer a ciertos depredadores al no tener temor a acercarse a la arena? ¿O eso significó que las aves crecieron mejor, más libres? Ambas opciones podrían ser posibles y complementarias, pero el resultado final no es malo teniendo en cuenta que en Galicia hay poco más de ochenta parejas. En la Costa da Morte también se encuentran en Nemiña, O Rostro, A Barra (Cabana) y Ponteceso: «Cada vez están más repartidas».

Vidal Malde destaca como «fundamental» el apoyo del Concello de Carballo con las medidas adoptadas para proteger la especie, el importante trabajo de los agentes, y en general el de todos cuantos se preocupan por asegurar la continuidad del chorlitejo.