Plumas con mando | Estar, una función esencial de la iglesia

Daniel Turnes ARCIPRESTE DE SONEIRA

CARBALLO

BASILIO BELLO

Escribe Daniel Turnes, Arcipreste de Soneira | Durante el confinamiento, Cáritas reforzó su ayuda a los ciudadanos, y ahora, mantener los templos abiertos y desinfectados ofrece consuelo a quienes acuden en busca de esperanza

31 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco un muchacho de los que asisten a la catequesis, al entrar en la iglesia de Vimianzo se fijó en un cartel allí colocado y con ganas de retarme me preguntó: «¿Y yo, cómo se que eso es cierto?» Se refería a lo que ponía el cartel: hoy más que nunca la iglesia ofrece toda su ayuda. ¿‘Quieres una respuesta sencilla u otra más compleja?, contesté. Por supuesto, me dijo que la sencilla, que se resume en una sola palabra: estar. «¿Estar?», repitió sorprendido. «Sí. Estar».

Durante el confinamiento, Cáritas ha continuado con su actividad de ayuda a las personas más necesitadas, continuó organizando entregas de alimentos. Debido a la pandemia, los usuarios han aumentado. Se les ayuda con comida, abonos para suministros, gastos sanitarios, alquileres... Este año, han sido decenas y decenas los viajes que se han hecho para buscar alimentos. Estar supone también el contacto frecuente, presencial o vía telefónica, con personas ancianas o enfermas; con los que viven solos, visitándolos, cuando esto es posible, llamándolos, ofreciéndole los sacramentos... Estas personas agradecen mucho una llamada, una visita… La atención prestada les anima y reconforta.

En el confinamiento se ha mantenido el culto y la predicación del Evangelio, conscientes de que es una forma poderosa de mantener y acrecentar la esperanza. Ha habido parroquias y sacerdotes especialmente creativos que han aprovechado las redes sociales para continuar el contacto con sus feligreses, aún en los peores momentos de la pandemia. Sin ir más lejos, durante la novena de Fátima de Cambeda las reproducciones de los vídeos superaron las 9.000 visitas. Esto es muy significativo en una parroquia tan pequeña como la de Cambeda. La utilidad de la tecnología se aprovechó positivamente para mantener el contacto con los feligreses y acercar la oración a más personas. Estar con quien vive preocupado estos momentos. Porque, y esto es algo que no podemos olvidar, la Iglesia está compuesta por todas las personas que, en comunión, vivimos nuestra fe y nuestra esperanza en Jesús. Así viene muy bien recordar las palabras del papa Francisco, en aquel momento memorable de marzo, en una plaza de San Pedro en Roma lluviosa y vacía, invocando para todos la protección del Señor decía: «Cuanta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras».

Seguir celebrando la santa misa, los sacramentos y la catequesis adaptada, todo esto es estar. De diversos modos la Iglesia está con la gente: sembrando esperanza, animando, ayudando… sin ir más lejos, simplemente el tener la iglesia abierta y desinfectada constantemente, no deja de ser una forma de ayudar a quienes hasta allí se acercan para buscar consuelo y esperanza, porque no olvidemos que eso es lo que también trae la fe: consuelo y esperanza. Terminé diciéndole a ese muchacho: «Me queda comentarte lo más importante: estar es orar, rezar los unos por los otros al Señor; pedir por los enfermos y por quienes los cuidan, que no les falte la fortaleza; pedir por los difuntos y por quienes les lloran, algunos ni siquiera pudieron despedirse de sus seres queridos».

Creo que es muy ilustrativa aquella imagen que utilizaba el papa san Juan XXIII: «La Iglesia es como la fuente que está en la plaza del pueblo». Está continuamente ofreciendo su agua a todos, el agua de la fe en Jesucristo Señor, en toda la historia; también en estas situaciones; el agua de la esperanza, que nos hace ver el bien en medio del mal, y el agua fresca y vivificadora de la caridad, del amor que se manifiesta en el estar con todos y al servicio de todos.