Un fisterrán, figura destacada del asociacionismo en Argentina

Luis Lamela

CARBALLO

ARCHIVO LUIS LAMELA

Galería de emigrantes | Esta es la historia de Casto Mª Insua Insua, que emigró a Argentina a principios del siglo XX

18 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Casto Mª Insua Insua nació en la aldea de Mallas, en Fisterra, el 15 de agosto de 1888; hijo del Perito de Mallas, Francisco Insua Canosa, y de Genoveva Insua Insua. Soltero, ex seminarista y cantero, Casto emigró a Argentina embarcando en A Coruña en el vapor A.R. De Genouilly y arribó a su destino el 16 de diciembre de 1911.

En tierras australes Casto contrajo matrimonio y dejó dos hijos: Francisco y Beatriz Insua Sánchez. Integrado en la diáspora, en 1918 Casto fue uno de los fundadores de la Asociación Regionalista Gallega A Terra y también de la Casa de Galicia de Buenos Aires, presidiéndola durante un tiempo. También en 1921 fue cofundador del Ateneo Casa de Galicia; y, en 1922, de la Asociación ABC del Partido Judicial de Corcubión, en Buenos Aires. Casto fue su primer presidente y dirigió la revista Alborada.

En 1926, y a pesar de su destacada aportación a la constitución de la misma, Casto fue expulsado de la sociedad emigrante a raíz de unos enfrentamientos surgidos entre dirigentes tras determinadas decisiones del comité directivo, de las que él se manifestó en total desacuerdo.

Muy poco después, en ese mismo año fue el principal impulsor y miembro fundador de la Sociedad Finisterre en América y de su revista Finisterre, en la que desempeñó el cargo de secretario en la primera directiva elegida. También en 1933 tomó parte en la fundación de la Nueva Casa de Galicia de Buenos Aires, y ejerció su presidencia hasta que falleció, el 30 de agosto de 1938.

El paso de Casto Mª Insua por los seminarios de Santiago y Tui le dejaron un poso intelectual muy superior al de muchos de sus coetáneos emigrados; pero también un ego, rebeldía y apasionamiento que le situó en primera línea del asociacionismo de su época, tal como refleja el número de entidades que ayudó a brotar. Con aciertos y errores, y también con decisiones que a veces fomentaron la división de la gran fuerza asociativa del momento, en los que se repitieron localismos -y bandos políticos- que habían quedado atrás en su territorio natal, reproducidas en las tierras de promisión.