Espectacular despliegue en la Costa da Morte para buscar a Manuel Rodríguez

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

«Necesito encontrarlo, sea como sea, es una pesadilla», clama su hija

14 dic 2020 . Actualizado a las 15:18 h.

A las nueve de la mañana de hoy, una multitud, con separaciones estratégicas, esperaba delante de la nave de Ramos Alidis, en O Allo (Zas), al lado de la ITV, a que el equipo de Protección Civil zasense organizase los distintas rutas a seguir para buscar a Manuel Rodríguez Eiroa, de 54 años. Natural de O Piñeiro (Anos, Cabana), lugar situado a poco más de cuatro kilómetro de distancia. Manuel reside en O Allo, trabaja justamente en esa nave como camionero (su casa casi se puede ver en caso de poder subir a lo alto de la nave), y falta de su domicilio desde el jueves cuando desapareció a la hora en la que debería haberse incorporado al trabajo. No dejó rastro (desactivó el móvil, transfirió 700 euros a un familiar directo, sacó 40 del cajero, cogió algo de ropa y un cargador), así que la única manera de buscar señales suyas es encontrar su Daewoo azul matrícula 4536 CPS.

La llamada a colaborar en la búsqueda, con itinerarios organizados cubriendo toda la Costa da Morte y municipios colindantes, logró una respuesta impresionante. Unos 120 coches acudieron, la mayoría con dos ocupantes, pero los había de tres. También se movilizaron algo más de medio centenar de quads, y un buen número de motos, todoterrenos y bicicletas que también se desplegaron por la zona. En total, cerca de 200 vehículos de todo tipo, a los que hay que añadir cuatro patrullas de la Guardia Civil (supervisando y autorizando todo el dispositivo, ya desde una reunión la noche anterior, la del sábado, para no dejar nada al azar) y un helicóptero de la Benemérita que aterrizó delante de la nave y que centró su búsqueda en el litoral. También se movilizaron medio centenar de voluntarios de Protección Civil. Un despliegue insólito en la zona, que llegó desde Arteixo a Fisterra y Carnota y Muros, y de Muxía a Mazaricos, Outes o Val do Dubra. Por orden, pequeños grupos se fueron repartiendo por áreas, cada uno eligiendo la que mejor conocía, tras una breve explicación de cómo hacer y a quién contactar, además de llevar copias de la foto de Manuel y de su coche, y mapas de detalle de cada cuadrícula a peinar. Veinte en total, a mayores del trabajo de otras agrupaciones de Protección Civil más lejanas. Los quads se encargaron de cubrir esas mismas zonas, pero en paralelo, y por pistas más inaccesibles. La costa estuvo siempre muy presente. En alguna ocasión, dos grupos llegaron a pisarse el terreno, pero eso ya estaba previsto, para garantizar más ojos y dejar puntos cubiertos al completo.

Ya cerca de las dos de la tarde, buena parte de los equipos había cubierto la zona encomendada, sin éxito. Otros se vieron frenados por la intensa niebla del litoral, incluido el helicóptero. Paula Rodríguez, hija de Manuel, presente en el despliegue, también recorrió varios puntos de la zona, parando y preguntando en estaciones de servicio o en lugares en los que pudo haber parado. Reconocía que la situación es complicada. «No tenemos nada», confesó, muy afectada. Tiene un deseo: «Necesito encontrarlo, sea como sea. Esto es una pesadilla». Dio las gracias a tantos voluntarios que se han prestado a ayudar: «Es increíble lo que hace la gente». Y cree que se debe, en buena parte, a la forma de ser de su padre, muy afable, sonriente, «se lleva bien con todo el mundo». Algo en lo que coinciden todos los que le conocen, que no son pocos, ya que desde muy joven se ha relacionado con la gente gracia a su trabajo de distribución, ya desde el negocio familiar de fruta hasta su ocupación actual.