La autovía acabó con las tragedias de la carretera de la Recta do Mutilado

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

TRÁFICO | Desde los años 70 hubo más de 15 muertos en un tramo de 1.500 metros

04 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Recta do Mutilado, en Coristanco, fue durante decenios uno de los principales puntos negros de la Costa da Morte, con al menos quince muertos desde mediados de los 70 hasta poco antes de la entrada en funcionamiento de la autovía, hace algo más de cuatro años. Es casi imposible saber la cifra exacta: algunos accidentes pasaron casi desapercibidos por la hora en la que ocurrieron, hubo heridos que fallecieron días más tarde... Hace unos 13 años, un vecino, Antonio Soutullo, muy perseverante para conseguir mejoras viarias de seguridad que fueron llegando poco a poco, documentó algo más de una decena. Su hijo, Manuel, mantiene ese afán estadístico que es sobre todo un recuerdo y un homenaje a quien se dejó la vida en ese tramo, para que no queden en el anonimato y sobre todo las nuevas generaciones sepan de los accidentes que hubo allí y que marcaron a una buena parte de la parroquia. Porque, sí, hubo víctimas de lejos, pero también atropellos a vecinos de puerta. Soutullo hijo, con los datos que también va recabando, calcula que la cifra mínima es de quince víctimas mortales (la de heridos, innumerable), pero seguramente más. «Son os nosos naufraxios da terra», dice Manuel.

En este tramo de 1.480 metros de curva a curva (para hacerse una idea, la pista de Alvedro tiene 2.188) llama la atención, desde luego, el nombre: Recta do Mutilado. Le viene de un amputado herido de guerra (Manuel lo recuerda moviendo un triciclo con los pedales de la cadena accionados con las manos) que tenía la que fue la primera o de las primeras casas construidas el lado de la carretera, frente al bar, la que fue parada de autobús de toda la vida. Incluso esa parada se llamaba así, cuenta Soutullo. El nombre oficial es A Rabuxenta, por el río más próximo al inicio de la cuesta de O Carrizal, aunque los vecinos opten por el de Centiña, que es el lugar original al que pertenecen esas fincas por las que se abrió la carretera, siempre dentro de la parroquia de San Paio. Pero, como siempre, cuando empiezan los asentamientos de casas en una zona en la que apenas había, la nomenclatura no siempre tiene un acuerdo general.

Ahora, ese tramo de AC-552 es una recta vía tranquila como buena parte de la comarcal, con limitación a 80 y una tranquilidad que antes no existía. La autovía ha desviado el tráfico más al norte, y ha hecho desaparecer el reguero de accidentes. En la memoria, y documentados, hay muchos nombres, todos con sus historias. Los que tal vez más impactan son los de dos vecinos del lugar, Marcelino, atropellado en agosto de 1977, y su nieto Roberto, de 11 años, también por atropello y en el mismo lugar. Pero no puede ponerse una graduación en el dolor, siempre terrible. Dos de las muertes más recientes ocurrieron en julio del 2007, en la curva final (dirección Carballo) que pone fin (o inicio) a la Recta do Mutilado, tantas veces aprovechada para adelantar ante la dificultad para hacerlo en otros puntos de la vía. Los mayores conocen ese punto como Marco Grande, y ahí estaba el mojón del kilómetro 40. Durante mucho tiempo, ramos de flores recordaban a las dos víctimas, Iago y Roberto, de 24 y 34 años, que trabajaban en el puerto coruñés.

No solo hubo víctimas en este punto, claro. Al lado, la Costa do Carrizal, que sube desde A Rabuxenta hasta a Agualada, sobre todo por tierras de Ferreira, acumula también un elevado número de víctimas, aunque el hecho de haberse producido en puntos sin casas impide tener una documentación tan exhaustiva o que siempre fuesen salidas de vía y colisiones, no atropellos. Pero la autovía también le puso fin.