La Escola da Rúa se fortifica frente al covid para seguir gozando de la música

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

Las extraescolares también han tenido que adaptarse al nuevo escenario

13 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho se habla estos días sobre la vuelta a las clases: la exposición de los niños, el sobreesfuerzo de docentes y equipos directivos, la adecuación de las estancias o las tan polémicas desinfecciones de los centros educativos. Pero los niños no van del cole a casa y de casa al cole, sino que ocupan su tiempo libre con multitud de actividades extraescolares que también se han tenido que adaptar a esta «nueva normalidad» y rascarse el bolsillo para poner mamparas, geles o más monitores, al tener que desdoblar algunos grupos.

Casi siempre estas actividades suelen empezar una vez los niños han superado ya el período de adaptación en los colegios, pero en algunas ocasiones comienzan incluso antes. Es el caso de la Escola da Rúa de Carballo, donde arrancaron las clases el pasado 1 de septiembre, tras permanecer cerrados desde el mes de marzo. Podrían haber reabierto en junio y rascarle algunas semanas al verano, pero tomaron la determinación de esperar al nuevo curso para así también ir haciéndose a las medidas que se han ido tomando.

Manolo Torrado, el director del centro, cuenta que justo unos meses antes de la llegada del virus habían realizado una importante reforma en las instalaciones para dotarlas de ventilación independiente. Podría parecer incluso premonitorio, pero lo cierto es que ha aliviado algo sus bolsillos. De haber tenido que llevar a cabo esa reforma ahora, conjuntamente con el resto de medidas, habría sido ahogador.

Ana Garcia

Además de la mascarilla obligatoria, han hecho grupos muy pequeños y colocado mamparas en la clase de canto, para que los niños puedan quitarse la protección en el momento de trabajo individual con el docente, para después volvérsela a poner. Las aulas son desinfectadas, así como los instrumentos de uso común, algo de lo que se encargan los propios profesores. Y si en algún momento estos tienen que manipular los instrumentos de los alumnos (para afinarlos, por ejemplo), se aseguran de limpiarlos tanto antes como después. No tienen sección de viento, lo que facilita bastante las cosas, confiesa el director.

Estas medidas han sido implantadas con un doble propósito. Por un lado, garantizar la seguridad de los chavales que se desplazan hasta allí para aprender y disfrutar de la música; por el otro, para que los padres se sientan seguros mandando a los niños a las clases. Torrado asegura que tenía miedo de que las primeras semanas fuesen flojas y que algunas familias se mostrasen reticentes a que los pequeños volviesen a las actividades. «A situación sorprendeunos gratamente, porque a estas alturas estaremos no 75 ou 80 %, tendo en conta que tódolos anos hai pais que non inscriben aos nenos ata que non pasaron unhas semanas de colexio, para que se vaian adaptando», explica. «Nestas cousas, así como en concertos ou outras actividades culturais, todo está bastante controlado. Creo que é peor, menos seguro, cando nos xuntamos con amigos ou familiares e non hai tanto control. Os rapaces sorprendéronme moi positivamente, porque levan a máscara como se estivesen acostumados a ela de toda a vida. Ata os alumnos que veñen a baile, que fan unha maior actividade física, fan o esforzo de mantela», se congratula el docente.

Ana Garcia

«Desinfecto a guitarra antes e despois de afinarlla ao neno»

Nanny Mouro enseña guitarra, bajo y ukelele en la escuela carballesa. Tiene «tres alumnos como máximo», con lo cual asegura que se está adaptando bien a la nueva realidad en las aulas. Además de las preceptivas mascarillas y las distancias entre los chavales, siguen un riguroso protocolo de limpieza. «Mesmo se algún neno non sabe aínda afinar a guitarra e lla teño que afinar eu, límpolle o instrumento tanto antes como despois de pasar polas miñas mans», comenta Nanny. En su caso, casi todos los alumnos llevan su propio instrumento, lo que facilita mucho las cosas. Le parece más complicada la gestión de las aulas a las que acuden los más pequeños, porque hay elementos como xilófonos, baquetas u otros instrumentos de uso común que deben desinfectarse entre uso y uso. Cree que ha sido buena idea esperar hasta septiembre para abrir porque han podido curtirse en las medidas durante todo este tiempo.

Jose Manuel Casal

«Sei que se tomaron moi en serio as medidas. Estou tranquilo»

Marcos Seoane envía a su hijo mayor, que tiene 10 años, a clases de batería en la escuela carballesa. Dice estar muy tranquilo porque ha comprobado que desde la entidad se han tomado muy en serio la aplicación de medidas anti-coronavirus. «Estou moi confiado, non podería dicir outra cousa», asegura Marcos, que ha podido comprobar como se desinfectan los instrumentos entre alumno y alumno y como nunca comparten baquetas entre ellos, para evitar la transmisión del virus a través de estos elementos. «Tamén me dixeron que se organizaron para que non coincidan os rapaces nos corredores e fixeron grupos moi pequenos. Transmitíronme dende o primeiro momento moita confianza», añade Seoane. Su hijo se habituó bastante rápido al uso de mascarilla, pese a que durante el confinamiento, como estuvo en una vivienda unifamiliar, no la tuvo que usar. «Os nenos enseguida se adaptan a todo», dice.