Pequeños restos de un posible barco noruego naufragado en 1898 salen a la superficie en Baldaio

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

XABIER MACEIRAS

En esta parte del arenal no consta que quedase ninguno bajo la arena, así que pueden ser piezas de alguno hundido y desguazado en la zona

24 dic 2020 . Actualizado a las 17:16 h.

Restos metálicos que parecen haber formado parte de un barco salieron a la luz varias veces (al menos, ya que existe constancia fotográfica) en los últimos meses en la playa de Baldaio. En concreto, a unos 300 metros aproximadamente de la salida del canal de la ría entre A Pedra do Sal y As Saíñas. Pocos días atrás también se vieron con cierta claridad esos restos. No es que se trate de algo extraordinario en una playa. De hecho, en el mismo arenal, pero más hacia Razo, ha sido relativamente frecuente ver emerger los restos del María Victoria, con la marea muy baja, o los del Silva Gouveia en Rostro, en Fisterra.

Pero en esta parte del arenal no consta que quedase ninguno bajo la arena, así que pueden ser piezas de alguno hundido y desguazado en la zona. Coinciden muchos datos para atribuirle la identidad al vapor noruego Nor, naufragado en esa zona en julio de 1898, cuyas vicisitudes detalla con amplitud Xabier Maceiras en su libro Contos Mariños de Carballo. Justamente suya es la opinión de que pueden ser elementos de ese barco que quedaron tras el despiece, al ser incapaces hasta en tres ocasiones de recuperarlo. Y lo mismo opina Fernando Patricio Cortizo, gran experto en naufragios en Galicia, quien además tuvo noticia, por algún vecino de la zona, de que ese punto en concreto era conocido como «o noruegués».

En el libro de Maceiras se relata cómo llegaron las primeras noticias del embarrancamiento del barco, debido a la niebla: a través de una vendedora de pescado de Caión. El barco, como narró el capitán en la ciudad herculina (por suerte no hubo daños personales), venía de Gales y llevaba a Marsella 1.800 toneladas de carbón, que sí fueron recuperadas.

Que ahora (o posiblemente más veces, pero sin trascender) salgan a la luz esos hierros puede deberse, por ejemplo, a los movimientos de los bancos de arena.