Después de la pandemia, el rural

juan carlos garcía pose

CARBALLO

Jose Manuel Casal

PLUMAS CON MANDO | Escribe Juan Carlos García Pose | «Las ciudades son hijas de la aldea y se han olvidado claramente de sus madres. Basta una pregunta para confirmarlo: ¿Quién se encarga de la alimentación de la ciudad, la aldea? Ya no»

09 ago 2020 . Actualizado a las 20:54 h.

Sin duda vivimos en el momento de la sociedad de información, o más bien en el del exceso de contenidos. Pero sobre el rural no abundan las buenas referencias o argumentos. Afortunadamente hace unos días tuve el placer de escuchar una entrevista en Voces do agro a Jaime Izquierdo (especialista en desarrollo rural y actual comisionado para el reto demográfico del Principado de Asturias) de lo que destaco una serie de afirmaciones: «Con el coronavirus, a la humanidad le ha dado un infarto», «las segundas residencias podrían pasar a ser las primeras», y por último que no debemos olvidar que «las ciudades son las hijas de la aldea».

En relación a la primera debe suponer un punto de inflexión para esta sociedad hipermovilizada, globalizada y con un estilo de vida claramente vulnerable, pero sobre todo mejorable.

La tecnología actual ha demostrado claramente el potencial del teletrabajo, que si lo unimos a unos adecuados servicios en el medio rural, contribuiría a que las segundas viviendas pasaran a ser las primeras. Relocalizar la producción, favoreciendo que esta sea diversa en detrimento del monocultivo como auténtica fábrica de paisaje. Se contribuiría sobre todo a revertir la tendencia al despoblamiento y al abandono de lo que ahora se denomina España vaciada.

Las ciudades son hijas de la aldea y se han olvidado claramente de sus madres. Basta una pregunta para confirmarlo: ¿Quién se encarga de la alimentación de la ciudad, la aldea? No, ya se ha roto esa colaboración. Son ahora las multinacionales, que alteran a su antojo el flujo de suministro de alimentos o los precios de los mimos dificultando la actividad de los productores de alimentos, al reducírsele sistemáticamente pedidos o los precios cada año. Lo más relevante, es sin duda es que quien en su mano tiene revertir esta preocupante situación (los consumidores) se ponen de perfil eligiendo la comodidad de su compra, frente a la sostenibilidad del medio rural.

Aunque sin querer comprometerse, la ciudad busca refugio en la aldea en momentos de incertidumbre y en la medida que podemos pretendemos que este sea un lugar confortable con los pocos recursos disponibles. No existe una política de estado para el medio rural. Desde nuestra entrada en la UE, hemos implementado malamente la ingente cantidad de ayudas comunitarias sin una estrategia clara y que evidentemente no ha producido buenos resultados, despoblamiento, perdida de empresas y sobre todo monocultivo.

Se están produciendo cambios en muchas ciudades europeas en las que se vuelve al campo no por miedo sino están convencidos de vive mucho mejor, se es más feliz o se tienes más oportunidades si se dispone de los servicios necesarios. Introduciendo un tipo de economía que fomenta la puesta en valor de lo local y que contribuye a revertir el cambio climático, la pérdida de diversidad o la contaminación.

La aldea, el rural, es un gran escenario, en el que los actores son los habitantes que allí viven. Todos los demás son el público, no consciente de la enorme dificultad que comporta su preservación y cuidado. También es justo decir que teniendo en cuenta su envergadura es un entorno muy agradecido y eso a pesar de lo poco que se invierte en él. Me refiero sobre todo a proyectos de interés general. Producimos paisaje, alimentos, felicidad, es un gran reservorio de nuestra historia, nuestra cultura y además somos los únicos que lo hacemos de forma gratuita para toda la sociedad.

Como se suele decir, lo que es medible no es opinable y las magnitudes dicen lo que dicen: el rural pierde población, empresas y observa cómo se incrementa la brecha digital. En todo conviene aclarar, que futuro del rural es, asunto de todos, por supuesto de los actores, del público y fundamentalmente de aquellos, que en sus manos tienen los recursos económicos para garantizar la adecuada prestación de servicios esenciales para un rural vivo.

Juan Carlos García Pose es alcalde de Coristanco.