El Prestige trajo a Juan Carlos I a la Costa da Morte

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

El rey emérito visitó la comarca en dos ocasiones tras la catástrofe del Prestige

05 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Veintisiete años después de ser proclamado, el rey emérito Juan Carlos I aprovechó la catástrofe del Prestige para visitar por primera vez la Costa da Morte, convirtiéndose en el segundo monarca -después de su abuelo, Alfonso XIII- en poner pie en esta comarca. En siete meses se desplazó a esta esquina del mapa hasta en dos ocasiones. La primera, apenas quince días después del hundimiento del petrolero (diciembre de 2002) y con los ánimos revueltos. Aterrizó primero en Muxía, en donde bajó hasta la misma playa de O Coído para ver con sus propios ojos las labores de limpieza del chapapote. Muchos alabaron entonces que no se quedase observando a lo lejos, como hacían otras autoridades, y que no le importase mancharse los zapatos para conversar con los voluntarios. Esto, sin embargo, no calmó a protestantes y comercializadores de pescado, presentes con pancartas y críticas dirigidas más bien a la Administración que a él mismo.

Rodeado de un amplísimo y estricto operativo de seguridad, el rey emérito se reunió entonces con autoridades y representantes del sector marítimo, pero también aprovechó para saludar a los niños del colegio, conversar con la tripulación de un barco de Calvo que estaba descargando atún y detenerse con los cientos de vecinos que se agolpaban para saludarle a gritos de «¡Viva el rey!».

Apenas unos meses después (junio de 2003), el monarca celebró su onomástica regresando a Muxía para animar a todos a «recorrer el último tramo» que faltaba de cara a recuperar una «normalidad total», como dijo entonces en un discurso en el que no faltó el uso del gallego. A la villa de la Barca llegó a bordo del Costa Touriñán, que tomó en Camariñas tras visitar el club náutico acompañado por el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy. Los reyes fueron agasajados en el Náutico con una maqueta y con piezas de encaje elaboradas por las palilleiras.

Su último acto oficial en la Costa da Morte consistió en una comida en el restaurante Virxe da Barca a la que asistieron 70 alcaldes de localidades costeras gallegas y 63 patrones mayores.