Riquelme, como la vida misma

Julián Fernández

CARBALLO

31 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar es nuestro escenario de vida. El Atlántico nos trae secretos de aventuras, tragedias y soledades. Como las que deja el covid tierra adentro. El virus también nos empuja a la inmovilidad. Es un buen tiempo para las lecturas. Como la de Riquelme. El círculo infinito, una novela de Juan Díaz Cano, presidente de la Liga Naval y ya autor de La noche del almirante y el Atardecer del rey, entre otras publicaciones. Riquelme no es un jugador de fútbol. Es un policía un tanto particular, de esos revenidos, en cierto modo indomables, medio arrinconados que suelen pasarse ciertas normas por el forro, pero que, a veces, logran salirse con la suya, aunque sea a medias. Acaban de matar al principal naviero del país, un hombre al que le quedan muy pocos amigos, pero de fiar, y que hizo su fortuna a base de entramados corruptos que involucran a altas instancias del poder económico y político del país. Es de esas novelas que se hacen creíbles desde la primera frase. Está tan metida en el escenario del proceder de las Administraciones españolas, de los ejecutivos y de nuestro mar que más bien parece una crónica de lo que acontece en pasillos y salones de gabinetes de organismos oficiales y grandes sociedades mercantiles y marítimas. La obra le valió a Díaz Cano el premio Nostromo y está editada por Juventud. No deja fuera a nadie de la fauna del dinero flotante: ministros, jueces, asesinos por encargo, ejecutivos sin escrúpulos, periodistas corruptos, abogados de dudosa ética y gentes que quieren sacar tajada de lo primero que se presente. En fin, como la vida misma.