Así desaparecerá la central térmica de Meirama

Patricia Blanco
patricia blanco CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana García

El informe de impacto ambiental sobre el proceso de desmantelamiento, según público el BOE, no prevé «efectos adversos significativos» sobre el medio ambiente

21 jul 2020 . Actualizado a las 23:36 h.

Tras cuarenta años de actividad, desde 1980, la central térmica de Meirama, cuya parcela se sitúa mayoritariamente en el municipio de Cerceda, aunque también toca ligeramente Carral y Ordes, dejó de funcionar el pasado 30 de junio. Será desmantelada y desaparecerá, concretamente, en tres fases, según el informe de impacto ambiental publicado ayer por el Ministerio para la Transición Ecológica en el Boletín Oficial del Estado. La Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental concluye que «no es necesario el sometimiento al procedimiento de evaluación ordinaria» del proyecto de demolición promovido por Naturgy, en tanto que, reza la resolución, «no se prevén efectos adversos significativos sobre el medio ambiente, siempre y cuando se cumplan las medidas y prescripciones establecidas (...)».

131.745 toneladas de residuos

Podría semejar, si no fuese porque los trabajos resultarán más que evidentes, que tantos años de actividad dejarán de existir sin estruendo. No será así, obviamente. La generación de residuos durante el desmantelamiento «es uno de los aspectos ambientales más relevantes debido al elevado volumen y potencial contaminado de los mismos», se puede leer en el BOE. Se estima que, en el proceso para hacer desaparecer la térmica, serán generadas 131.745 toneladas de residuos, de las cuales 68.339 se reutilizarán. «Los principales que se producirán son los pétreos y metálicos, con un total de 90.295 y 37.063 toneladas, respectivamente. El volumen de material pétreo (hormigón) susceptible de ser reutilizado es de 32.690 metros cúbicos», detalla la publicación, que también especifica que «se priorizará en todo momento la valoración frente a la eliminación».

Habrá de maximizarse recuperación y reutilización, habilitando zonas adecuadas para el acopio y almacenamiento temporal de los residuos según su naturaleza. Aquellos que contengan fibras de amianto, de acuerdo a un plan específico autorizado por la autoridad competente. Los residuos serán «recogidos, segregados en origen, etiquetados, almacenados en lugares adecuados y enviados a un gestor autorizado». Gran parte de los pétreos, de hecho, serán reciclados y usados en la propia obra. Naturgy especifica en su documentación que, para garantizar el cumplimiento de todas estas medidas, se mantendrá un plan de inspecciones diarias.

Para determinar la necesidad de someter o no el proyecto al procedimiento de evaluación ambiental, la Subdirección General de Evaluación Ambiental consultó a una treintena de organismos. En general, en sus respuestas, siempre según lo expuesto, no ofrecieron importantes reparos al proyecto de demolición. Únicamente Dirección General de Energía y Minas remitió un informe negativo por no haberse considerado los impactos socioeconómicos del cierre de la central y por entender que el procedimiento de evaluación ambiental a aplicar sería el ordinario. Tanto el Concello de Cerceda como el de Ordes incidieron en las medidas preventivas.

Las voladuras se harán en casos puntuales y se evitarán los trabajos nocturnos

Cinco son las áreas en las que se divide el recinto de Meirama: instalaciones auxiliares, almacenamiento, producción, tratamiento de aguas y recepción y almacenamiento de carbón. Todo desaparecerá y, a juicio del Instituto de Estudos de Territorio, ello tendrá un «impacto positivo» sobre el paisaje. Para el plan de desmantelamiento, como se tiene publicado, se calculó una inversión de 13,7 millones y un plazo de ejecución de entre tres y cinco años. Además de la generación de residuos, el BOE aborda también otros posibles impactos:

Contaminación atmosférica y acústica. Se regarán con agua todas las áreas para evitar partículas en suspensión. Las voladuras se emplearán únicamente en casos imprescindibles, y atendiendo al viento. Junto con el movimiento de vehículos y la maquinaria, pueden ser las causantes del mayor impacto. Se procurará que la más pesada quede lo más alejada posible de las viviendas y que «de manera ordinaria, no se produzca actividad especialmente ruidosa en horario nocturno».

Alteración del medio hídrico y edáfico. Los sistemas para evitar arrastres a aguas superficiales del entorno seguirán funcionando durante el desmantelamiento. El documento ambiental de Naturgy contempla medios para evitar derrames accidentes. En caso de ser precisa una revegetación, serán especies autóctonas.

Afección a infraestructuras. El tráfico por la AC-523 se verá afectado puntualmente. Cortes y mayor circulación pueden ser una molestia, que tratará de evitarse con señalización, previsión y agilizando el movimiento de camiones.