Donde sí atacan con voracidad es en Bergantiños, donde Alberto Pose tiene sus 300 colmenas. Hay muchas maneras de proteger a las abejas de su feroz depredador, pero la más efectiva, según Pose, son las arpas eléctricas, un mecanismo costoso pero efectivo que aturde a las avispas sin llegar a exterminarlas totalmente.
Se trata de cables electrificados unidos a un marco hecho habitualmente en PVC. La separación entre los filamentos está estratégicamente estudiada para que solo la velutina reciba una descarga al pasar entre ellos. La abeja, explica Alberto Pose, mide de largo con las alas estiradas 1,8 centímetros, con lo que al pasar entre los cables solo roza uno de ellos, si es que los llega a tocar. La velutina, por su parte, es algo más larga y alcanza los 2,5 centímetros, haciendo contacto con los dos filamentos entre los que pasa y recibiendo una descarga eléctrica que, aunque no llega a matarla, sí actúa como elemento disuasorio para que no vuelvan a aproximarse a la zona.