Suben a 28 años de cárcel la petición de pena por el crimen de Cabana

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Cabalar

Fiscalía y acusación popular retiran el atenuante de embriaguez de Julián Gil Pose

20 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Fiscalía y la acusación popular que, en este último caso, ejerce la Xunta de Galicia, han elevado en sus escritos definitivos las penas de prisión propuestas para Julián Gil Pose, de 58 años de edad, acusado y autor confeso de la muerte de su esposa, Ana Belén Varela Ordóñez, el día 19 de agosto del 2018, quien recibió tres disparos en la casa familiar, situada en el número 14 de Tras da Agra, en Canduas, Cabana.

El Ministerio Público solicita finalmente 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía, con agravantes de razones de género y parentesco. De forma paralela reclama otros 3 años de prisión por tenencia ilícita de armas. En el escrito inicial la Fiscalía reclamaba un total de 25 años y medio de cárcel por estos hechos. La acusación popular se adhirió ayer a este aumento en la pena, por lo que ambas unificaron los criterios aportados desde el primer día por parte de la acusación particular, que ejerce el letrado Manuel Ferreiro Novio, quien ya reclamaba desde un primer momento un total de 28 años de cárcel para Julián Gil Pose.

Por su parte, la defensa, que lleva la abogada Beatriz Domínguez solicitó al jurado popular, que se tengan en cuenta como atenuantes «arrebato y obcecación del acusado, embriaguez y reparación del daño causado». La diferencia entre los criterios jurídicos de las tres acusaciones y la defensa supone una variación de la condena de un máximo de diez años, toda vez que el asesinato oscila entre los 15 y los 25 años de prisión.

Ahora bien, ¿por qué Fiscalía y la acusación popular modificaron ayer al alza sus peticiones condenatorias? Porque retiraron finalmente el atenuante de embriaguez. Así, según el representante del Ministerio Público, y citando a los forenses, guardias civiles y testigos llamados a declarar en este caso, los niveles de alcohol en sangre no eran lo suficientemente «graves» como para incluir esta circunstancia como minoración de la pena. Es más, los forenses y peritos, así como los testimonios de los hijos, Edgar e Ivana, señalaron que vieron a Julián en todo momento «tranquilo», que «no hablaba con la lengua trabada», que «no se trastabillaba al andar» y que «era coherente con lo que decía», incluso poco después de la tragedia.

El fiscal fue más allá y cree que el wasap, enviado por el acusado a un cuñado cinco minutos después de que Ivana llamara a emergencias alertando de lo ocurrido, «fue escrito de forma correcta, sin faltas de ortografía y redactado de una forma coherente», algo que, según él, no podría ser así si estuviera afectado por una grave ingesta de alcohol.

Macabro plan

La Fiscalía sostiene que el hecho de que aquel fatídico 19 de agosto del 2018 Julián Gil bebiera más de la cuenta formaría parte de un macabro plan: «Bebió para darse valor... Para hacer lo que iba a hacer... Sabía lo que iba a hacer». Cabe recordar que la defensa explicó en la sala que Julián dio positivo en alcohol en la prueba de sangre realizada tras el crimen: 1,47.

También se descartó por parte de las acusaciones la existencia de una atenuante por trastorno depresivo, al entender que no ha quedado acreditado por parte de los expertos que llevaron la investigación, que pudiera influir en su toma de decisiones. Por su parte, la defensa sí argumenta que habría que tener en cuenta que, por ejemplo, Julián continúa a tratamiento psiquiátrico.

Momentos estremecedores

La de ayer fue la quinta y última jornada del juicio del denominado crimen de Cabana. Las exposiciones de la Fiscalía y la acusación particular fueron por momentos estremecedores, al dejar claro que Ana Belén Varela Ordóñez no tuvo en ningún momento oportunidad de salvar su vida. Que fue abordada por la espalda y agarrada con violencia por el pelo y acto seguido recibió dos disparos casi consecutivos, «el primero a cañón tocante», es decir, que el revolver tocando la espalda de la víctima. El tercero fue, por así decirlo, de gracia, en la cabeza. De ahí los términos jurídicos calificativos empleados por Fiscalía y acusación particular de «alevosía» con los «agravantes de parentesco y razones de género».

Un tema que ayer salió a relucir es que en ningún momento se acusó a Julián Gil Pose «de un delito de malos tratos habituales». Primero porque no consta denuncia alguna y porque a lo largo de estos cinco días ni del entorno, ni los peritos, ni los forenses observaron algún indicio al respecto. Pero el representante del Ministerio Fiscal sí trasladó al jurado que el «marco» de todo este suceso sí esta relacionado con hechos y conductas que podrían calificarse de machistas. Salieron a relucir términos como humillaciones, insultos, menosprecios, incluso delante de los hijos y de otros allegados.

Malestar de las acusaciones con una testigo que dijo que «Julián no se merece estar ahí sentado»

La de ayer fue una jornada que dio, por desgracia, para muchos titulares. Pero muchos. Durante sus intervenciones, tanto el representante del Ministerio Público como de la acusación particular trasladaron al jurado popular su malestar con el testimonio, en concreto, de una mujer, que fue llamada a declarar este jueves por la defensa. Esta mujer dijo ser vecina «de toda la vida» del acusado, al que conocía desde siempre porque su hermano y el autor confeso eran muy amigos. Y a preguntas de la defensa, la testigo contestó: «Ese día tuvo la mala suerte de pensar mal... Y ya está». La defensa le preguntó entonces si el regreso en un futuro del acusado supondría algún tipo de problema para el pueblo de Cabana. La testigo espetó: «Para nada, lo acogeríamos, y lo acogemos, como si nada. Ojalá que fuera mañana. La verdad es que no se merece estar ahí sentado».

Para la Fiscalía y la acusación particular, el crimen de Cabana dejó dos bandos bien diferenciados: «Los que condenan este tipo de crímenes y los que, de alguna manera, los amparan y los justifican, pese a que estamos en pleno siglo XXI».

Deliberación del jurado

Una vez leídas y expuestas las conclusiones definitivas ahora le toca el turno a los integrantes del jurado popular dar un veredicto definitivo, en base a las pruebas y testimonios aportados por familiares, amigos, vecinos, los hijos del matrimonio, los guardias civiles, los forenses, los peritos... Está previsto que la deliberación comience este mismo lunes y se prevé que a lo largo del mismo día, o como muy tarde, el martes, haya un veredicto definitivo sobre los trágicos hechos que conmocionaron a Cabana y al conjunto de la Costa da Morte la tarde del 19 de agosto del 2018.