«Detrás del jardín de Man hay un proceso creativo y filosófico muy digno de valorar»

Patricia Blanco
patricia Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

CARBALLO

Historiadora del arte y directora del Museo Man de Camelle, Andrea Serodio comisarió junto a Carmen Hermo la muestra «Museo (do ermitán) Man», visible desde ayer, de nuevo, en el CGAC

20 may 2020 . Actualizado a las 21:02 h.

El Centro Galego de Arte Contemporánea, en Santiago, inauguró el 6 de marzo la inauguración de la exposición «Museo (do ermitán) Man», comisariada por Andrea Serodio y Carmen Hermo. Poco después llegó el confinamiento, pero desde ayer el museo está de nuevo abierto y la muestra visible hasta el 30 de agosto. Historiadora del arte, Andrea Serodio (Vigo, 1976) asumió además en el 2015 la gestión técnica del Museo Man de Camelle, su dirección.

-¿Qué descubrimos de Man con esta muestra en el CGAC?

-El nombre de la exposición viene de una obra creada por el propio artista. Cuando empecé a trabajar con las creaciones de Man, en el 2007-2008, después de que me llamasen para analizar e inventariar su obra rescatada, lo primero que me encontré fue una caja que contenía una serie de fotografías, dibujos, calcos... Todos estaban numerados. En la parte frontal figuraba ese nombre, Museo del ermitaño Man [Museum vom Einsiedler Man]. Creo que fue una obra que creó Man para explicar su museo: consta de 606 fotografías, dibujos de visitantes y escritos suyos. Datan de los años 70 y la exposición de la sala de proyectos del CGAC es una selección de esas 606 creaciones. Además, en el exterior, se instaló una recreación de su caseta [obra de los arquitectos Creus y Carrasco] y de lo que había en su interior: crebas de hueso y plástico, escritos, collages, libretas de visitantes... Es muy importante, por último, que hemos localizado un documental inédito sobre Man, rodado en el 1981 por Joan Mallarach. Tantos años después, nos lo cedió para esta exposición y en él se ve muy bien todo el proceso creativo del artista.

-¿Cree que esa obra de Man que menciona era consciente?

-Sí, una vocación artística y una obra muy consciente. Él, cuando llegó a Camelle, en el 61, creó ya un primer museo en una casa alquilada. Pero su concepto de museo era diferente al que tenemos ahora. Después crearía su jardín. Cuando hizo testamento, lo donó al Ministerio de Cultura, en el 72. O sea, algo muy consciente.

-¿Cómo llegó usted a Camelle y a este trabajo con Man?

-De la mano de Antón Sobral y Carmen Hermo: ellos ya llevaban tiempo colaborando con el Concello para la divulgación de la obra de Man. Lo de responsable y directora del museo vino un poco más tarde, sobre el 2014, cuando se consiguió la subvención GAC para este actual museo en Camelle, un proyecto que dirigió Hermo y en el que yo inventariaba y catalogaba piezas.

-¿Conocía a Man? ¿Qué supuso para usted como historiadora?

-Lo conocía un poco, pero no tan en profundidad. Lo que más me llamó la atención no fueron sus esculturas del jardín, sino todo lo que había creado y guardaba en su casa. Sobre todo, el trabajo fotográfico, excepcional y muy experimental para la época . Todo ello, con unos recursos muy escasos para llevarlo a cabo.

Andrea Serodio (derecha), con la alcaldesa de Camariñas, Sandra Insua, y el documentalista Joan Mallarach
Andrea Serodio (derecha), con la alcaldesa de Camariñas, Sandra Insua, y el documentalista Joan Mallarach

-¿Cuál es la dimensión de Man?

-Creo que, como ocurrió con otros artistas, no se ha sabido apreciar hasta bien poco lo que había creado. En este sentido, el trabajo de Hermo ha sido muy importante, pero todavía nos queda mucho por investigar: la gran mayoría de sus textos está en alemán y necesitamos traducirlos para entenderlo mejor.

-¿Por qué críticos y Administraciones tardaron tanto en valorarlo? Había medios que sí daban cuenta de él y de su obra.

-Creo que, principalmente, por desconocimiento. No se conocía su obra interna. Lo único que se veía era el jardín, pero realmente detrás de eso hay un proceso creativo y filosófico muy digno de valorar. Aunque no podemos comparar, me recuerda a Van Gogh. Como él, Man no tuvo su reconocimiento en vida y él mismo lo decía: «Se sabrá de Man cuando muera». Era una de sus frases. También es cierto que, cuando vivía, al interior de su casa y a su obra no accedía prácticamente nadie, no se sabía muy bien a qué se dedicaba. Estamos a tiempo de recuperar muchas cosas, porque por suerte se ha conservado gran parte de su obra y legado documental.

-¿Ya está abierto el Museo Man? ¿Cómo lo valora el público?

-De momento, aún cerrado, a la espera de decidir fecha y organizar protocolo de visitas. La gente pide más, se queda con ganas. Desde el 2015 van unas 40.000 visitas. Y hago un comentario sobre esto: Man creaba sus propias libretas de visitantes, todas con el mismo número de hojas. La primera es del 78 y, la última, del 2002. Cada hoja era un dibujo de un visitante: el cálculo estimativo nos da 200.000 personas. Se le sumaría quienes no dibujaban. Fue un lugar visitadísimo en vida y también ahora, con un promedio de 8.000-9000 al año.