La artesanía pierde casi el 70 % de sus ingresos anuales por la pandemia

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

La cancelación de fiestas y celebraciones ha dejado a los oleiros con encargos que han quedado sin recoger o con pedidos anulados

11 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Damos este ano por perdido». Así de contundente es Carmen Isabel Labrador, la presidenta de la asociación de oleiros de Buño, el mayor colectivo de alfareros de Galicia. En los talleres y tiendas hay decenas de objetos ya elaborados que todavía no se han recogido, ni abonado, y se han cancelado la mayor parte de los encargos. Sin fiestas gastronómicas y otras celebraciones, la carga de trabajo del colectivo es casi nula.

«Desde o 14 de marzo que deron a alerta e pechamos a porta non veu ninguén nin fixemos nada», explica Aparicio Añón. Él, como la mayor parte de los alfareros en activo, arrancaba la temporada alta en abril. Ese mes se acumulaban los encargos, para regalos de empresa, detalles de bodas y comuniones, encuentros de todo tipo y trofeos deportivos. El sector tenía ya apalabrados desde el Asalto ao Castelo de Vimianzo hasta la Carballeira de Zas pasando por decenas de despedidas de cursos, cada una de ellas con sus correspondientes recuerdos en barro de Buño. «Tiña traballos de clientes de toda a vida», dice. Todo eso se ha ido cancelando, en algunos casos sin tiempo suficiente de avisar al oleiro de que no empezara al trabajo, con el correspondiente gasto de material, combustible y tiempo.

Palilleiras y rederas

Las palilleiras de Camariñas ya se quedaron sin la Mostra do Encaixe y sin las ventas de la Semana Santa, que son cuantiosas, y las limitaciones al turismo hacen que las previsiones de cara al verano no sean precisamente buenas. Tampoco lo son para las rederas y atadoras que están dentro de los programas de Artesanía de Galicia. La falta de ferias y otras celebraciones ha dejado a los manufactureros sin espacios en los que poder mostrar su trabajo y comercializarlo. Las tiendas de los alfareros también han estado cerradas, pero no es la venta a particulares lo que sostiene el negocio de la docena de artesanos que se mantienen activos en Buño.

Piezas

«Se vén alguén pola tenda e compra unha peza de 20 euros vén moi ben, pero non é iso o que aguanta do obradoiro», dice Aparicio Añón. A él no le han quedado piezas pendientes de entregar, pero sí las tiene Carmen Isabel Labrador, como otros muchos. «Estamos pendentes de que veñan a recoller cousas. Imos chamar o luns, pero cando son asociacións e nin puideron recoller os cartos é difícil que veñan», dice. La cuestión principal es que algunos de estos trabajos están completamente perdidos. «Hai cousas que se poden aproveitar pata o ano que vén porque non pon a data ou a edición, pero outros non», explica. Es el caso de las bodas o las comuniones. Muchas se han cancelado y los presentes para los invitados están ya hechos y con una fecha grabada que no se corresponderá con la de acto aplazado.

En el mejor de los casos, si finalmente se quedan con los trofeos o regalos para la siguiente edición, dentro de un año, el trabajo también se perderá. «Se xa o fixemos este ano non o encargarán para o próximo», explica Carmen Isabel Labrador. Apenas está haciendo nada, al igual que Aparicio Añón. Ambos han aprovechado para poder orden en el taller y él está completando conjuntos que tenía pendientes.

La Mostra todavía está en el aire

«Haberá Mostra?». Se lo pregunta la presidenta de la asociación de oleiros. Para el colectivo es fundamental el escaparate que supone la feria de artesanía, pero, de momento, no hay nada concreto. La mayor parte de los alfareros cuentan con poder celebrarla, aunque con las limitaciones sanitarias que probablemente regirán durante mucho tiempo.

Carmen Isabel Labrador explica que en alguna edición anterior se ha llegado a organizar en apenas dos semanas, por lo que, en principio, no habría demasiados problemas. Además, el hecho de que sea un acto al aire libre, con casetas separadas y durante jornadas enteras facilita la celebración.

Los oleiros están especialmente preocupados por las limitaciones al turismo, aunque la mayor parte de los artesanos viven más de los encargos de entidades o de particulares para fiestas que de la comercialización de objetos de recuerdo.

Carmen Isabel Labrador comentó que es posible que la reclusión haya llevado a algunas personas a darse cuenta de que la decoración de sus hogares necesita un cambio. Ese es el motivo por el que todos abrirán a partir de hoy sus puertas, aunque la mayor parte se quejan de que el pueblo está prácticamente desierto. «Non pasan coches, non hai ninguén», señaló Aparicio Añón.

Recuperación

Ahora el colectivo intenta recuperarse de los dos meses de cierre, pero las perspectivas no son demasiado buenas, por lo que la Mostra da Olería se hace muy necesaria, aunque probablemente no habrá actos paralelos ni concentraciones de gente, por lo que habría que introducir cambios en la cocedura tradicional, que este año debía repartirse en tres jornadas en lugar de las dos habituales para darle más realce.