Sara Vieites: «Sempre tratei aos nenos como se fose súa nai»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

«A docencia vai ser a partir de agora un pouco máis triste», dice esta maestra muxiana recién jubilada, en relación a las posibles medidas de separación

30 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sara Vieites se jubiló este martes tras más de 35 años de maestra de educación infantil, casi todos en Os Muíños (Muxía), de donde es natural. Y eso que, al principio, ni siquiera quería ser docente.

Marcada por una profesora que había tenido en el instituto, inicialmente decidió que quería dirigir su camino hacia la biología, pero acabaría haciendo apenas un año de carrera antes de cambiarse a lo que describe como «verdadeira vocación», la educación infantil. Era el primer año de la especialidad y, al lograr muy buenas notas, ni siquiera necesitó sacarse las oposiciones para obtener plaza cuando tenía apenas 24 años: primero para Os Muíños; después, Sardiñeiro; y, por último, y ya definitivo, de vuelta para Os Muíños.

«Foi a mellor decisión que puiden tomar. Educar nesas idades é unha responsabilidade moi grande», dice la maestra, «pero eu sempre tratei aos nenos como se fose a súa nai, como se fosen os meus propios, con moito cariño». Sus padres siempre quisieron que Sara, hija única, se dedicase a la docencia, con lo cual la noticia fue muy bien recibida en casa. Sobre todo por su padrino, aunque por desgracia, y debido a una enfermedad, no llegó a verla conseguir su plaza.

La experiencia universitaria, que vivió en el Santiago de inicios de los ochenta, no pudo ser mejor. Y le sirvió también para probar que unos orígenes humildes no lastran, ni mucho menos, un futuro prometedor: «Saín dunha unitaria e estudei no instituto público de Cee. Aínda así, non atopei ningún tipo de dificultade: a educación privada non sempre garante nada», comenta la maestra, que recibió el martes un gran ramo de flores por parte de la ANPA como reconocimiento a su carrera en la docencia.

ANA GARCIA

Nunca encontró difícil su trabajo, pese a lidiar con niños de tan corta edad. ¿Su secreto? Conectar, comprender y usar la psicología. «Tes que ter vocación e, por enriba de todo, gustarche moito os nenos», dice ella, agradecida, además, «polo apoio que recibín por parte das familias».

Cuando empezó tenía nada menos que 35 niños en clase; diez de ellos, pupilos a los que les correspondía ir en primero de primaria pero que, al no haber sido escolarizados antes, decidieron bajarles un nivel. Para ese grupo en particular contó con la ayuda de una profesora de apoyo, de pedagogía, con la que se repartió algunas clases. No fue, sin embargo, una situación que se diese de forma muy frecuente: los profesores de apoyo y, en general, los medios, escaseaban. «Comezamos nunha unitaria e tiñamos que ir correndo ao comedor, aínda que chovese. Faciamos as copias das fichas nunha multicopista, saían como saían... A ensinanza cambiou moitísimo nestes trinta anos, e para mellor», dice la muxiana, que da mucho valor a la escolarización temprana y para todos los niños por igual.

Ya casada y trabajando decidió completar su formación y se sacó Pedagogía por la UNED. Cuando todos dormían, ella estudiaba. «Funme organizando e tiven tempo para todo. Son das que pensan que se queres, podes», comenta Sara, que incluso quiso iniciar también Psicología, pero la enfermedad de su madre se lo impidió y solo pudo hacer el curso puente.

A sus padres los ayudó en el negocio familiar (un ultramarinos y estanco) incluso después de conseguir plaza. Compatibilizaba ambas labores de la forma más natural: «Vivino sempre, dende pequena, co cal para min era o máis normal do mundo. Atendía as mesas, despachaba... Fíxeno ata que pecharon, hai uns 25 anos», comenta.

Despedida agridulce

Sara tiene, asegura, «sentimentos encontrados» con el hecho de jubilarse en plena pandemia. Por un lado, está apenada por no haber podido tener una despedida en condiciones con sus niños pero, por otro, siente que ha sido un buen momento para retirarse, pues cree que «a ensinanza será, a partir de agora, un pouquiño máis triste». «Aos nenos de educación infantil énchelos de cariño, axúdaslle a subir os pantalóns, límpalos cando se fan pis... Cóidalos a tódolos niveis, co cal, coas restricións que haberá a partir de agora, será bastante triste, creo eu».

La maestra tiene dos hijas (a las que, por cierto, llegó a dar clase). La mayor tiene 36 años y es economista en Madrid. Vive con su pareja y con su hijo de 3 años. La más pequeña, de 25, hizo en la capital un doble grado de derecho y economía y ahora está en el Reino Unido estudiando un máster. Sara se confiesa preocupada, sobre todo por su hija más joven, al estar en un país extranjero y con un sistema sanitario diferente al nuestro; pero, al mismo tiempo, dice estar orgullosa por lo responsables que han sido las dos, que decidieron quedarse donde estaban como protección.

Ahora solo queda disfrutar y esperar a que todo pase: «Vaime custar facerme á idea da xubilación», dice, «porque eu son das que nin sequera nos veráns desconectaba das clases».