Braulio García: «Isto foi un cambio radical, pero xa me adaptei, sen as redes sería peor»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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ana garcia

El confinamiento en soledad | Jubilado de 68 años, vive solo. Estaba muy acostumbrado a moverse por toda la comarca, pero no se queja

08 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El confinamiento de estos días, ya sea más o menos, le afecta a todo el mundo, pero tal vez más a las personas que viven solas. Braulio García Castro, del lugar de Follente, en la parroquia de Mira (Zas) es uno de esos vecinos que han optado por estar en soledad. Y además es una persona que suele desplazarse con mucha frecuencia por toda la comarca, especialmente a las ferias, y en la época que toca, a las fiestas, o a donde sea. En todo caso, no es un hombre sedentario, sino que gusta de la relación social, de hablar con la gente, o de participar activamente en el movimiento asociativo. El más destacado en los últimos tiempos fue su larga pertenencia a la comisión de fiestas de San Roque do Monte, en su propia parroquia.

Así que, con estos condicionantes, estar en casa no debe ser mucho de su agrado. Pero, curiosamente, él dice que sí, que se ha acostumbrado al cambio en muy poco tiempo. «Isto foi un cambio radical para min e para todos, pero xa me adaptei ben. Pero está claro que sen as redes sociais sería peor», asegura. Es de los que suele intercambiar mensajes con amigos y conocidos, a ver y compartir o comentar lo que y eso le ayuda a llevar mejor las horas. Acaso echa de menos las salidas, últimamente muy habituales, a las grabaciones o emisiones de programas televisivos, pero ya se ha resignado. También lamenta no poder acudir al estreno, en los cines de la comarca, de la película Lúa Vermella, en la que participó como extra, pero asume que tendrá que esperar alguna semana o más, así que lo toma con naturalidad. Incluso le quiere ver la parte positiva a estar encerrado: «Esta é unha boa maneira de aforrar cartos», dice medio en broma y medio en serio. «Só gasto no panadeiro e no supermercado. E a este último tampouco vou moito, chégame unha vez cada quince días ou así».

Claro que, siendo claro, el confinamiento en la zona rural tiene incluso más de aislamiento que en la urbana, al haber menos vecinos en el mismo espacio, pero al mismo tiempo disfruta de las ventajas de tener fincas al lado de su vivienda por la que puede pasear y, estos días, que son los que son del arranque de la primavera, preparando la tierra para las cosechas. «Así lévase mellor, claro, pero non fago todo o que quero. Ía ir limpar o monte aló arriba, e non vou», explica. Las distancias son las que son para todos. Esa proximidad de las fincas permite «que case todo o mundo teña unha vida relativamente normal, pero sen poder ir lonxe. Pola beira da casa todo o mundo fai algo», explica. La movilidad afecta sobre todo al no poder salir del lugar, salvo a las compras permitidas. O a pasear los perros: él los tiene, pero las parcelas son suficientes para ellos y no precisa sacarlos. Su tranquilidad contrasta con la de otros conocidos: «Si, hai xente agobiada por estar así, dinmo por teléfono. Enténdoo, pero eu non o estou», asegura.