La carballesa Alba Mato, una futura educadora muy prometedora

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CARBALLO

ANA GARCIA

EN PRIMERA PERSONA | «En la mayoría de las escuelas educan en igualdad, pero lo que hay que cambiar primero es la mentalidad de las familias, ya que ellas son el referente del que más van a aprender los niños y las niñas», dice la autora del libro «Adeus chupete!»

22 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante muchos años las mujeres siempre hemos estado en desigualdad en numerosos aspectos; no teníamos apenas derechos, no podíamos trabajar ni tener cuenta corriente sin pedir permiso a nuestros padres o maridos, no podíamos votar... También había diferenciación de las que vivían en ciudad o en lo rural. Ambas tenían que dedicarse prácticamente todo el día a la crianza de sus hijos y no tenían un puesto de trabajo fuera de casa, pero las mujeres rurales aparte de eso tenían que trabajar en el campo. Para las que vivían en ciudad les era un poco más fácil poder conseguir estudiar algo o desempeñar algún trabajo fuera de su propia casa.

La primera mujer que se propuso entrar en la Real Academia Española (RAE) fue la hispano-cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, que fue rechazada, pasado el tiempo. La coruñesa Emilia Pardo Bazán también intentó entrar, pero tampoco la aceptaron.

A finales del siglo XX, nombraron a la poetisa Carmen Conde como la primera académica que formaría parte de la Real Academia Española. Desde que se fundó, hace más de 300 años, hasta hoy, han formado parte de ella casi 500 académicos, de los cuales solamente 11 han sido mujeres.

Lentamente y gracias a que nuestros antepasados, con duro esfuerzo, nos fueron abriendo el camino, fuimos consiguiendo derechos.

Como en muchas familias españolas, a la mía también se le trastocó su plan de futuro. Mi bisabuelo era socio de un aserradero de madera, que era un negocio en el que él pensaba emplear a sus futuros hijos, pero sobre 1955, decidió vender su parte ya que había tenido siete hijas y en esa época a ellas no le hubieran dejado trabajar en ese oficio ya que consistía en ir al monte, coger los camiones...

En el presente, reconozco que hemos tenido muchos avances respecto a otras épocas, pero aún queda mucho por conseguir, como, por ejemplo, la igualdad laboral tanto en número de mujeres presentes en puestos altos como en salarios ya que, desempeñando el mismo trabajo, el salario de las mujeres es menor que el de los hombres.

También podemos hablar de la lengua española, ya que los términos genéricos son en masculino, por lo tanto, no es una lengua inclusiva; un lenguaje inclusivo implica no hacer diferencia de género, pero actualmente sería muy difícil introducir este cambio.

En el ámbito infantil se aprecian muchas desigualdades, la sociedad ve raro o critica a los niños que juegan con muñecas y a las niñas que juegan con coches, siendo ambos un juguete válido para que pueda usarlo cualquier persona. Esto puede venir influenciado porque en los catálogos de juguetes lo que etiquetan como juguete de niña lo fabrican de color rosa o violeta y lo que etiquetan como juguete de niño lo fabrican de color verde o azul; incluso lo hacen con las piezas de construcción, que son un recurso utilizado por ambos sexos, las marcas fabrican un pack de piezas en colores pastel y otro pack azul y/o verde.

Los/as niños/as, por naturaleza, juegan con cualquier juguete que les resulte divertido. El problema viene cuando sus familias les dicen que no utilicen ciertos juguetes y ellos asocian eso a la vergüenza o a que está mal jugar con un juguete destinado a otro género. En esto tengo experiencia, ya que varias veces les he dado a niños alguna muñeca y sus respuestas son «No soy una niña», «¿Cómo voy a jugar con eso?¡» o «Solamente tú me dejas jugar con la muñeca».

Actualmente, esto se está cambiando y en la mayoría de las escuelas educan en igualdad, pero lo que hay que cambiar primero es la mentalidad de las familias, ya que ellas son el referente del que más van a aprender los/as niños/as.

Cuando yo era pequeña, en las clases de Educación Física, los niños solían jugar siempre al fútbol y a nosotras nos dejaban una zona del pabellón para jugar al brilé, al voleibol, saltar a la cuerda... En los recreos, ellos seguían jugando al fútbol y nosotras jugábamos a juegos más variados: a las casitas, al escondite, en los columpios... alguna vez se nos unía algún niño al que no le apetecía jugar al fútbol, pero se arriesgaba a que luego en clase se metieran con él.

Personalmente, me gusta mucho estar con mi padre y con mi abuelo, ayudarlos con los tractores, los coches, en el monte... o jugar con mis amigos a juegos de chicos. Por suerte, hace mucho tiempo que no siento que nadie me discrimine por mi género. Además, en un futuro próximo, quiero sacarme el carné de camión, cosa que hace años era impensable en una mujer.

Si no fuese por todos los derechos que hemos conseguido, yo ahora mismo no estaría cumpliendo mis sueños. No estaría estudiando Educación Infantil, que es lo que más me gusta y, por supuesto, no habría escrito mi cuento Adeus chupete!. Es un cuento que trata sobre un niño llamado José que tiene dependencia de su chupete, pero a lo largo de la historia le ocurren diversos sucesos y decide regalárselo a quien de verdad lo necesita.

Aún quedan muchos pasos por dar, pero deseo que el mundo siga luchando por una sociedad en la que todas las personas seamos iguales y no discriminemos a nadie ni por sus cualidades, ni por su raza, ni por su género.

DNI

La carballesa Alba Mato tiene 19 años y estudia Educación Infantil en el centro Tomás Barros. Un buen día, iba en un bus de la línea 12, sentada al lado de una compañera a la que le empezó a enseñar el trabajo que estaba preparando para clase. En ese momento se le acercó un señor y le pidió si podía lo podía ver. Al final, resultó ser el escritor Xulio López Valcárcel, de la editorial Medulia. Más adelante se pusieron en contacto y, tras unos pequeños cambios, le editó y publicó Adeus chupete!, con ilustraciones de la propia Alba; un libro muy didáctico y práctico para leer en familia.