Rubén, el viajero de los 183 países

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCÍA

Lleva siete años alrededor del mundo y ayer llegó a Fisterra, a pie desde Valencia, de donde es natural

10 dic 2019 . Actualizado a las 18:05 h.

Rubén Arnal es de Valencia, tiene 40 años, trabajaba en un banco, y hace casi 8 lo dejó para embarcarse en sucesivos viajes alrededor del mundo. Tantos, que ha estado en 183 de los 195 países que reconocen las Naciones Unidas. Los últimos, este año a lo muy largo y más ancho de Oceanía: Palaos, Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea, Islas Marshall, Nauru, Kiribati, Islas Salomón, Micronesia, Fiyi, Tuvalu, Nauru, Samoa y Tonga.

Ayer concluyó otro, pero en tierras más cercanas: Fisterra. Fue el punto y final a 1.189 kilómetros a pie desde Valencia (Camino de Levante), primero hasta Astorga y desde ahí ya enlazó con el Camino Francés. Salió de casa el 23 de octubre, y como siempre, no ha parado. Es su séptimo Camino (no todo va a ser internacional), y la tercera vez que se acerca a Fisterra. Fue en parte un compromiso con Roberto Traba Velay, a quien conoció en una ruta anterior, la vía portuguesa. Rubén le regaló a Roberto su libro, 5 años en la carretera. 1.000 anécdota viajeras, en las que responde a todas las cuestiones que a cualquiera se le ocurren al conocer sus peripecias, una especie de guía práctica para quien desee conocer su historia o tener consejos útiles vaya a donde vaya. Hay varias maneras de conseguirlo, pero tal vez la más rápida sea echar un vistazo a su blog, https://rubenaroundtheworld.shutterfly.com, desde luego abrumador a la hora de relatar todos sus viajes, con fotos, fechas, vídeos, aspectos curiosos, aspectos de voluntariado (de hecho, por ahí empezó su vocación), itinerarios...

Como Roberto ya tiene su libro, ahora Rubén recibirá alguno de los de su amigo fisterrán. Medio en broma, medio en serio, se puso a caminar desde Valencia para ir a buscarlo. O también para «descansar», verbo que utilizan en broma con sus amigos cuando dice que va a caminar varios cientos de kilómetros (o más de mil) cuando regresa de un gran trayecto en la otra punta del mundo. Aunque no todo el viaje: emplea entre 8 y 9 meses al año.

ANA GARCÍA

Poco gasto

Rubén no gasta mucho, y se ha ido administrando con lo que tenía, indemnización de su empresa al acogerse a una salida pactada, mucha organización... Parece más una cuestión de fuerza y voluntad (y tiene mucha) que de dinero, aunque obviamente es muy necesario. Ahora tiene pendientes otros ingresos, y más adelante volverá a irse para completar esa ruta de casi 195 países oficiales, aunque también ha estado en otros que aún no lo son a los ojos de la comunidad internacional. Lo hará, pero no es algo que le obsesione. De hecho, cuando empezó con todo esto ni se planteó que acabaría así, y además tan pronto, y tan joven. «Voy poco a poco, disfrutando», explica.

Sobre qué hará cuando termine esta enorme peripecia, aún no lo sabe. «Volver al banco va a ser complicado. Si acaso, tal vez en una ONG, no lo sé. Lo que hago ahora es marcarme un objetivo año tras año», explicaba ayer desde el faro de Fisterra, como simbólico fin de su enésima ruta. Solo en los trayectos jacobeos ha consumido, siempre a pie, más de 5.300 kilómetros. También de este modo se ha movido en muchos lugares del mundo, aunque obviamente ha empleado todos los medios de locomoción. Eso sí, reserva el avión solo cuando es imprescindible, como determinadas islas. Y, aunque está acostumbrado a caminar, el periplo desde Valencia no ha sido camino de rosas ni de otras flores: poco transitado, albergues escasos o cerrados, responsables complicados de localizar en ocasiones... Por eso al menos en dos etapas tuvo que hacer más de 50 kilómetros. Y además, con mucha soledad, porque ni hay peregrinos como en el francés ni, de haberlos, lo hacen a las puertas del invierno. Otra experiencia más que sumar a las miles y miles que puede contar.