CON ÁLBUM | Ni la lluvia pudo parar a los Foucellas de Tabeirón

Xosé Ameixeiras
x. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Respuesta masiva a la andaina y al trail de Baio, que ganó Marcos Trelles

09 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Una pareja de beneméritos a caballo puso en guardia a los Foucellas y a los participantes en el trail y la andaina que organizó la asociación vecinal Tabeirón de Baio. Había inscritas 602 personas y ni siquiera el orvallo pertinaz desanimó a la gente a participar en la aventura. Apenas una treintena se quedaron en la cama en el último momento ante el aspecto del día.

La Carballeira de Baio fue el punto de salida del Trail e Andaina dos Foucellas. Primero salieron los corredores. Mientras, esperaban los senderistas en una robleda ya semidesnuda y el suelo alfombrado de hojas. A las diez empezó la caminata, por el margen derecho del Grande do Porto, que baja cumplido de agua estos días. Orvalla, pero los andarines, a lo suyo. Algunos llevan paraguas. El paisaje está vestido de otoño y luce sus mejores galas ocres y pardas. Mientras unos suben por una orilla, los corredores bajan por la izquierda. Algunos reciben gritos de ánimo.

La andaina va ganando dosis de aventura con la subida al Monte Castelo. El paso por los túneles de la autovía le da aún un aspecto más fascinante. A medida se va ascendiendo a la cumbre se oyen dos disparos del enfrentamiento entre los Foucellas y la Guardia Civil. Casi arriba están los agentes que le zurran a los huidos capturados. Los gritos de los apresados son desgarradores.

En lo alto, la gente se hace fotos, pero el paisaje está tapado por una cortina de niebla y agua. Del Monte Castelo, donde un tiempo hubo una torre defensiva, hay que desplazarse a la Corte das Cabras. Allí las rocas tienen mayor atractivo. Entre ellas se esconde la Cova do Lobo.

Son las doce, para de llover y toca bajar hacia las Torres do Allo. En el camino se escucha rebelde del agua de un regato escondido en la maleza. Abajo, a la izquierda, queda un viejo molino casi oculto en la vegetación.

Antes de llegar al primer pazo gallego hay que cruzar un bosque viejo, formado por laureles, castaños, alisos, robles y sauces, entre otros. Un riachuelo pone el hilo musical a los pasos y aparece la Fonte de San Ramón, barroca, presidida por la imagen del patrón y dos bancadas que invitan a la contemplación romántica. Pero hay que seguir, ya que junto a las Torres hay avituallamiento con bebidas, dulce y fruta.

El trayecto continuó por una senda de río adecentada de nuevo. En O Allo, el Grande do Porto celebra su propia fiesta acelerando sus aguas. Luego se calma. El recorrido incluye el paso por el paraje de Pedra Vixía. El otoño lo puso más hermoso aún. Y así hasta el dolmen, río de Lamas arriba. Los últimos pasos por el margen izquierdo del cauce fluvial llevan de nuevo a la Carballeira, donde Marcos Trelles, Geli López, Sergio Requeijo y Apolonia Bermúdez y los demás que se subieron al podio recibieron los premios. Todos fueron agasajados con unos callos sabrosos. Otros, 220, se sumaron a la comida comunitaria. Una aventura que terminó en fiesta.