Menos trigo que los gorriones

Ramón Romar

CARBALLO

MATALOBOS

Mi aldea del alma | El escritor e investigador Ramón Romar continúa su serie de historias sobre su pueblo natal: Fornelos (Baio, Zas)

14 ene 2020 . Actualizado a las 20:33 h.

Para empezar el proceso del cultivo del trigo se araba la tierra con el arado romano tirado por bueyes o por vacas. Después de unas semanas se gradaba con dos grades, una seguida de la otra, la de delante con dientes de hierro y la de atrás de madera. Encima de los travesaños se ponía una piedra para que los dientes entraran en la tierra. La persona que dirigía las vacas, de la de atrás, llevaba una vara larga para golpear a las vacas de delante de vez en cuando, para que aligeraran el paso. A veces, sustituyendo la piedra, iba un niño sentando en un travesaño, con los pies en el otro y con una vara. El niño, aparte de que se ponía perdido de tierra, corría el riesgo de que cuando las vacas hacían sus necesidades le salpicaran. Pero más peligro corría si se quedaba dormido y metía un pie entre los travesaños, las consecuencias podían ser graves. Más tarde se repetía la operación de arar y gradar, pero las grades, en esta ocasión, eran tres. La última era lisa, hecha de retamas, y podía ser tirada por un solo animal. Con el enciño (rastrillo de madera) se golpeaban los terrones, se juntaban, se hacía un surco con una azada y se enterraban.

Con la tierra bien lisa, se llevaba el estiércol en carros, se depositaba en montículos y el día de la siembra, en el mes de noviembre, se esparcía por toda la finca. Seguidamente se sembraba el trigo a volea. Después con el soumadoiro, arado romano con orejeras más largas para abrir más el surco, y tirado por bueyes, se pasaba dos veces por el mismo surco, la primera suave y la segunda más profunda, donde el que dirigía el soumadoiro se subía sobre él. Los surcos estaban separados por más de un metro, y con el trullo (rastrillo sin dientes) se estiraba la tierra de ambos surcos hasta tapar el estiércol y, lógicamente, el trigo.

Hasta el momento de la siega, a finales de julio, no necesitaba más cuidados. Para la siega había aldeas donde el trigo se segaba por la mitad, con la fouciña (hoz pequeña), seleccionándolo de las malas hierbas. Con el vencello (atadura), hecho de la misma planta, se ataban los monllos (gavillas), y se amontonaban en la finca. Luego se recogían las espigas que quedaban sueltas, haciendo con ellas unos manojos como los ramos de novia, que se llamaban monxas. Más tarde se cortaba la segunda parte, con el fouciño da palla (hoz con el arco muy grande), y como tenía muchas hierbas se ponía a secar varios días. Días antes de la trilla se cargaba en carros, se llevaba a la era, y se ponía al sol. La trilla se hacía con maquinaria a gasolina o gasoil, menos la limpiadora, que era manual. También había quien lo hacía con las vacas. Extendían el trigo en la era y pasaban las vacas por encima dando vueltas. Uno iba delante y otro detrás, con un orinal en una mano y una vara en la otra para golpear a las vacas, ya que si paraban podían hacer sus necesidades, y había que ponerle el orinal. Una vez pasadas las vacas, lo repasaban golpeándolo con horquillas, enciños o manlle (artilugio de dos palos, uno que hacía de mango y otro más pequeño y más grueso unidos por una cadena, para que fuera giratorio). Con la paja de la espiga se hacía el palleiro de palla braca y con la otra el palleiro da palla restreva.

Antes de guardar el trigo había que secarlo al sol en las eras, siempre pendiente de la lluvia y de los gorriones. Luego, con el cribo se limpiaba de restos de paja y otras semillas, y se aireaba para sacarle el polvo y la tierra. El pan del labrador era de harina de maíz. La harina de trigo solo era para hacer pan y pan de huevo para el día de las fiestas de la aldea, as filloas, as flores y as orellas do entroido, unas papas (gachas) para el que estaba enfermo, y poco más.

Entonces la gran pregunta es: ¿para qué sembraba el trigo con tanto esmero el labrador? Para pagar el foro, el censo, el diezmo, la oblata, el voto del Apóstol, etc. Así, había labradores que comían menos trigo que los gorriones.