Jaime Izquierdo: «El rural del futuro es multifuncional, donde las actividades se relacionan»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

El geólogo, escritor y experto en desarrollo rural asturiano acuñó la «aldea cosmopolita» que relaciona el saber histórico con la nueva comunicación

14 oct 2019 . Actualizado a las 16:05 h.

El geólogo, escritor y especialista en desarrollo rural Jaime Izquierdo Vallina (Infiesto, 1958), acaba de ser nombrado Comisionado para el Reto Demográfico.

-No sé si es para felicitarle o compadecerse con el trabajo que tiene por delante.

-Es para felicitar. Cuando uno acepta de buen grado aún sabiendo las dificultades y que el propio nombre indica que se trata de un reto. Uno lo acepta con talante, el tiempo dirá si con talento.

-¿Estamos en un momento en el que sí se pueden cambiar cosas?

-Hay un dicho que es una obviedad y las obviedades conviene recordarlas, porque de obvias a veces se nos olvidan. Y dice: «A menos que cambies de rumbo, llegarás exactamente a donde te diriges». El reto demográfico hace que el cambio no sea una opción sino una necesidad. Tenemos que hacer cosas disruptivas, cosas que no hayamos hecho nunca.

-¿Atraer polos de actividad, como por ejemplo aquí un centro de los naufragios, puede ayudar?

-Esa es una de las posibilidades. No es nada extraño, sino bastante lógico. Lo que sabíamos por el pensamiento industrial, que se convirtió en pensamiento único en el siglo XX, es que el mercado y el capital iban a tender a la concentración. Por eso lo lógico es que los gobiernos tendieran a descentralizar y a repartir en el territorio las inversiones y los equipamientos. Francia, y creo que Dinamarca, hicieron este trabajo en su momento. Creo que es una posibilidad que está en manos de los gobiernos.

-¿Se puede actuar por la vía de los impuestos o sin actividad poco importa lo impositivo?

-Es exactamente eso. Sin actividad poco se puede hacer por la vía impositiva. Otra cosa es para que determinadas actividades, por ejemplo ese comercio multiusos, multiservicios que, en mi opinión debería tener una regulación que le permitiese trabajar de una manera más cómoda. En cualquier caso, el gran drama del rural no es impositivo sino funcional; es decir, ¿qué estamos produciendo? Si no estamos produciendo nada o estamos produciendo muy poco, nada podemos hacer por la vía impositiva. Otra cosa es que hagamos otras funciones, y estoy pensando en la prestación de servicios agroecológicos, servicios sistémicos, que no están retribuidos. Quizás el acento haya que ponerlo en qué podríamos producir, por lo cual se nos pagase esa prestación de servicios.

-¿El monocultivo turístico es la solución?

-Los monocultivos generan un problema de simplificación del territorio. Es cierto que el elemento de diversificación y de esperanza en el rural a partir de los 90 fue el turismo rural y debemos agradecerle que contribuyó mucho a la terciarización de la economía, pero en algunos casos tuvo que ese efecto de monocultivo y llegó a eclipsar la actividad agroecológica primaria; es decir, aquellas pequeñas producciones en los pueblos que mantenían paisaje y daban una alimentación diferencial.

-¿Cómo tiene que ser el rural del futuro?

-El rural del futuro es un rural multifuncional, en el que todas las actividades tienen relación. El turismo se relaciona con el primario, el primario se relaciona con la producción de paisaje y la diversidad; a la vez eso se relaciona con la retención de carbono en el suelo y evitar el cambio climático... Tenemos que diseñar un rural, que se va a parecer mucho en las actividades al rural histórico, solo que vamos a incorporar algunos elementos de innovación. Yo manejo una aldea, últimamente, que es la aldea cosmopolita. La aldea nunca pudo ser cosmopolita en la historia, porque el referente comercial o mercantil era la villa o, los que estaban alrededor de la ciudad, en la ciudad de referencia. No iba más allá. Ahora no hay nada que impida que una aldea se relacione con el resto del mundo, gracias a un tipo de comunicación que surge muy recientemente y que nos da ese tipo de oportunidad. Por eso hay dos cosas que tiene que hacer la aldea, el rural: una es identificarse con lo que es, con su historia, con los diferentes procesos que desarrollaba, que le daban un tipo de paisaje determinado. Eso lo hemos perdido a través de los monocultivos, no solo el del turismo, sino el forestal, el de la vaca de leche, el de la vaca de carne... ese pensamiento que hemos aplicado a lo largo del siglo XX y que son retazos del pensamiento industrial aplicados al campo. Y la otra es que la aldea tiene más posibilidades de mercado que nunca y produce menos que nunca. Por tanto, ahí hay una vía de exploración hacia un nuevo paradigma que tiene que ver con la aldea posindustrial. Vamos a pensar en términos posindustriales.

«Si la gente del pueblo no se queda, la que venga de fuera, tampoco»

Izquierdo rechaza las soluciones sencillas para problemas, porque no existen.

-¿Qué importancia tiene el ocio en la retención de población?

-Hay dos cosas que los seres humanos perseguimos: el deseo de conocer y el deseo de relacionarnos. Y eso es verdad que la ciudad lo propició hasta ahora y siempre va a estar ahí. Lo que ocurre es que si somos capaces de generar también eso en los entornos rurales la cosa se puede equilibrar. Es cierto que la ciudad sigue siendo mucho más atractiva para vivir que el campo, pero hasta cierto punto, porque empiezan a aparecer excesos de concentración que te generan otros inconvenientes.

-¿Qué papel tiene que jugar la emigración extranjera?

-Las soluciones fáciles que se plantean algunas veces no valen, eso de que: «ya que no hay gente del pueblo que venga de fuera». Si la gente del pueblo no se queda, la que viene de fuera tampoco se quedará. Si se tiene que conformar con un trabajo en una pequeña población lo hará, pero en cuanto pueda se irá a la ciudad, como hacemos los de aquí, porque todos tenemos los mismos deseos y las mismas ansias de prosperar. Tenemos que atrevernos a ensayar, a hacer cosas diferentes. Yo llevo muchos años buscando esta solución. No la encontré, pero no he perdido el entusiasmo.