Carballo reivindica la armonía arquitectónica que tenía hace 90 años

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

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Concello y Lumieira preparan un acto para recordar las gestas de 1929

20 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Carballo fue una vez una joya urbanística. No tanto por antiguo (que no lo es) sino por bien diseñado. Como en los Estados Unidos, ocurrió en los felices años 20, y al contrario que allí la crisis de 1929, aquí ese año eclosionaron una serie de proyectos armónicos y elegantes que se unían a obras anteriores para hacer de la capital de Bergantiños todo un ejemplo arquitectónico, racional y humanizado, aunque este término se esté usando más en la actualidad con obras que pretenden devolver la calle a los ciudadanos.

Fue clave el papel del alcalde Guillermo Peinador y del arquitecto Eduardo Rodríguez Losada. Gracias a ambos, en 1929, hace 90 años, se inauguró la Praza da Liberdade (actual Galicia), el mercado de los siete pabellones, las escuelas de A Milagrosa (o Arrabales) y Desiderio Varela, esta calle y el reformado jardín. Estaba también planificado un kiosco de música, pero no llegó a ejecutarse. A ello hay que añadir lo que venía de atrás (no tanto) como el Concello, de Julio Galán (en 1913), o la iglesia, de Álvarez Reyero (1924), entre otras obras, por no citar ya las más antiguas del los Baños. Era, en fin, otro Carballo.

El actual gobierno local, aprovechando los nueve decenios, prepara un acto conmemorativo par el próximo mes, de la mano de Lumieira y, sobre todo, de Xan Fraga, que ya lleva años rescatando estas y otras memorias a través de sus Crónicas. Para esta ocasión han editado una pequeña revista, Carballo 1929, con datos de interés y, sobre todo, fotos en sepia que permiten ver la localidad con otros ojos. Había otras líneas, más espacios abiertos, más árboles.