El francés Dominique Renaud: «Cada reloj es un prototipo, evoluciona»

Cristina Viu Gomila
Cristina viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

A REMOJO 1 Solo hará doce ejemplares, personalizados, a un millón de dólares cada uno

04 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Dominique Renaud (Besançon, Francia, 1959) disfruta estos días las vistas al mar que le ofrece la casa que compró hace años en Leira (Carballo) y de la comida de Casa Ríos de Xesteda-Cerceda, uno de sus restaurantes favoritos. En poco se parece esta vida a la que lleva habitualmente en Lausana (Suiza) donde estableció su nueva empresa, un laboratorio de investigación independiente, donde fabrica el DR01 Twelve First, el revolucionario reloj de pulsera, que solo está al alcance de coleccionistas con grandes fortunas, puesto que cada ejemplar cuesta un millón de dólares.

-Viene usted de una larga familia de relojeros.

-Mi madre es descendiente directa de la familia Lecoultre, fundadora de lo que es hoy Jaeger-LeCoultre.

[No solo los padres y los abuelos de Dominique eran relojeros, sino que incluso su esposa, que es originaria de A Laracha, pertenece al mismo sector].

-¿Qué le movió a crear ese reloj?

-A nivel técnico se trataba de encontrar un nueva solución para mejorar el rendimiento. Lo principal es la sustitución del clásico muelle en espiral por un sistema en forma de ballesta. Para los coleccionistas, que es a los que van dirigidos los prototipos, tiene la novedad visual, puede girarse para ver su funcionamiento. Cada reloj es un prototipo, evoluciona. En el primero tardamos tres años, con la investigación, la realización de las maquetas y las pruebas, pero ahora lo entregamos en un año. Está todo hecho a mano.

[La maquinaria va en un pequeño cilindro de zafiro transparente, por lo que es visible desde todos los ángulos. El cilindro gira sobre su eje. Tiene 6 posiciones, para que el propietario pueda deleitarse con la maquinaria llevando el reloj en la muñeca, aunque no sea de uso habitual. Además del sistema de ballesta, que es la principal novedad, la colocación de las piezas es completamente distinta a la de los relojes tradicionales, lo que supone una complicación muy importante. Va montado el cilindro una pieza que recuerda a los dedos pulgar e índice sosteniendo el cilindro por sus bases. Esta pieza puede ser de oro, cerámica, acero, carbono y otro material noble].

-Para un profano los relojes dejan poco espacio para la creatividad.

-En los relojes está todo inventado, por eso abrimos nuevas vías de estudio, para hacer cosas nuevas.

-El DR01 parece muy revolucionario. Nunca vi nada parecido.

-No deja indiferente. Hay gente que lo adora y otra a la que le choca, que se sorprende, pero es lo que ocurre cuando cambias la visión de lo clásico. Ocurre con los arquitectos.

-¿En qué está trabajando ahora?

-En un nuevo modelo, que será un poco más clásico en cuanto al aspecto, pero también llevará el sistema de ballesta con el corazón de rubí. En este trabajo también emplearemos los materiales tradicionales, que son los mismos desde hace siglos y que ya tienen demostrado que son los mejores.

-¿A qué se dedicaba la empresa que tenía antes?.

-En Renaud&Papi fabricábamos las piezas más complejas y los mecanismos más complicados para las grandes marcas, para relojes de 200.000 o 300.000 euros.

-¿Por qué vendió todo?

-Quería cambiar, hacer otra cosa. Fue en el 2011 y estuvimos un año viviendo en Leira. Monté un pequeño taller de donde salieron las ideas de las piezas del DR01. Me inspiré en el mar de Galicia y en las montañas de Suiza.

-Un millón de dólares es mucho para un reloj.

-El que lo encarga está participando de un experimento, de la innovación. No es para llevar en la pulsera, es para tenerlo en una vitrina. Ya la caja es para tenerlo expuesto.

-¿El mecanismo de ballesta puede tener otras aplicaciones?

-Ahora estamos buscando fondos para una investigación. La idea es que realizar un mecanismo como de reloj automático que sirva para marcapasos, bombas de insulina y otras aplicaciones médicas. Se trataría de sustituir las pilas de litio, que deben cambiarse, lo que supone una operación. Con el oscilador de ballesta se cargarían los aparatos con el movimiento del cuerpo y podría tener una vida útil de 25 años o más. En eso estamos trabajando ahora. Sin embargo, se trata de investigaciones muy costosas. Habría que contar con un laboratorio farmacéutico para poder desarrollar prototipos.

BASILIO BELLO

Más de cerca

¿Le gusta Galicia? Adoro Galicia. Me encanta el albariño y comer en Casa Ríos, en Xesteda, o en el Retiro de a Costiña, en Santa Comba. Me encanta la comida tradicional.

¿Es de carne o de pescado? De los dos. La carne de Galicia es excepcional. La llevan para Suiza y también puedo comerla allí. Los mariscos son de lo más reputado, igual que el pescado. Me encanta el pulpo y los percebes, pero también los pimientos de Padrón.

¿Hace deporte para bajar todo eso? Tengo una tabla de surf, pero no soy ningún campeón.

¿Y es de fiestas? La primera vez que vine aquí fuimos las fiestas de Vilaño, al lado de la iglesia. Me encantan Os Milagres de Caión, con todo el paisaje que se ve desde la ermita. Es fantástico Vivimos un año, con las niñas, y recorrimos mucho.

¿Es de playa? Aquí no te encuentras a nadie, playas enormes salvajes. En el sur de Francia o en A Coruña las encuentras llenas, pero aquí estás casi solo.

¿Cuáles han sido sus mejores experiencias en la zona? He tenido muchas, pero me gustan las tempestades que hay por aquí. Recuerdo que una vez en Malpica, junto al mar, teníamos que avanzar a cuatro patas porque el viento venía de frente y no podíamos ponernos en pie. También me gustan muchos los faros. También he disfrutado mucho de la comida y del vino. El viernes estuvimos precisamente en Cambados, visitando las bodegas Granbazán. También en Combarro. Precioso.