Las plantas gallegas florecen en Europa

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

CARBALLO

JOSE MANUEL CASAL

En la comunidad hay 289 viveros (varios en la Costa da Morte) que facturaron el pasado año más de 44 millones de euros, once de ellos por la exportación de sus productos a otros países

04 oct 2019 . Actualizado a las 12:48 h.

El clima. Esa es una de las claves por las que la comunidad gallega podría ser una potencia en la producción de planta ornamental. Y es que las horas de luz y la humedad le confieren a este producto «unas características que funcionan muy bien en los mercados centroeuropeos», explica Santiago Ramos, técnico de la asociación de viveristas del noroeste (Asvinor). Esta entidad agrupa a un total de 289 viveros y, aunque la mayoría se ubican en la provincia de A Coruña, es en la comarca del Baixo Miño donde se concentra el mayor número de estas empresas. Allí no solo se producen anualmente millones de macetas, sino que también se ubican desde una central logística, capaz de poner un carro de plantas en cualquier parte de España en 72 horas, a las principales comercializadoras de este producto. Asvinor calcula que el sector da empleo a más de 1.500 personas en la comunidad y factura 44 millones de euros, once de los cuales se corresponde con exportaciones a los principales mercados europeos.

«Los grandes consumidores son Holanda y Bélgica y Galicia produce plantas que resisten mucho», añade Ramos. Pero es que, además, la comunidad es una referencia en determinados productos, como la camelia. «Viveros Denoy, en Santiago de Compostela, es de los más grandes a nivel nacional produciendo camelia», añade. Además de los viveros, en la comunidad se han creado una serie de comercializadoras, que son las que se ocupan de poner la producción gallega en los mercados europeos. Y al sector parece que le van bien las cosas. «Ahora mismo, si tienes plantas buenas lo normal es que las tengas vendidas. Antes de la crisis, Madrid eran el mayor consumidor y consumía todas las plantas a precios elevados», asegura el técnico de Asvinor. Precisamente la crisis marcó un punto de inflexión en este sector. «Dentro de la agricultura, los más afectados por la crisis fuimos los de la planta ornamental», añade. El golpe fue terrible. Tanto, que muchas empresas desaparecieron y otras se vieron obligadas a reinventarse. «Pasamos de cien a cero. Tuvimos que reinventarnos, ajustar costes y seguir luchando», añade. Por fortuna la situación se ha recuperado y el sector facturó el pasado año 44 millones de euros.

Transporte y minifundismo

La comunidad ha conseguido conservar más de doscientos viveros, aunque son unos pocos los que producen la mayoría de las plantas de la comunidad. Solo Denoy, Río Tollo o San Campio, estos dos últimos en Tomiño, producen anualmente más de un millón de unidades de planta ornamental cada uno. ¿Sus principales problemas? El minifundio que caracteriza a la comunidad, que pone difícil muchas veces encontrar extensiones de tierra suficientes para implantar nuevos invernaderos o superficies sobre las que colocar sus miles de macetas. Pero también hay otro hándicap, el transporte. «Somos los que más alejados de Europa estamos y eso encarece mucho el transporte», explica Ramos. Hay otra dificultad. En España no existe mucha cultura de la planta. «Se vende mucho frutal porque los jardines no se entienden si no es con algo que produce», explica el responsable de Asvinor. Una idea que comparten en otros viveros. «En Alemania, uno va de visita y se lleva una planta», aseguran en San Campio. «O compran un camelio pequeño para la oficina que, como no tiene las condiciones adecuadas, se muere al cabo de dos meses. No pasa nada, se compra otro. Aquí nos muere una planta y es una tragedia», añaden.

Una marca de Galicia Calidade que certifica la planta ornamental gallega

Uno de los proyectos en los que Asvinor lleva un tiempo trabajando es en la consecución de una marca de calidad para la planta ornamental que se produce en Galicia. Esta es ya una realidad y el sello no solo garantiza el origen, sino también la calidad del producto. No vale cualquier producción. «La planta tiene que cumplir con una serie de requisitos para poder llevar el sello», explica Ramos. Algunos viveros ya se han apuntado a este marchamo de calidad y se calcula que a lo largo de este año saldrán las primeras producciones con ese sello. «Tenemos que diferenciar nuestras plantas de las del resto de España. En Europa es la planta gallega la que conocen», añaden en San Campio.

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