La consolidación de un proyecto

Carlos Puga ABOGADO DE CARBALLO

CARBALLO

04 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde finales del pasado siglo, y con continuidad en el actual, podemos observar como a lo largo de todo el territorio de Galicia se han promovido numerosos polígonos empresariales, siendo casi todos ellos iniciativa de la Administración, bien estatal o bien autonómica. Y también es cierto que no todas esas superficies gozan de buena salud, si las analizamos con la perspectiva de los años que llevan finalizadas, en contraste con lo desiertas que están en la actualidad.

Sin embargo, no es eso lo que sucede en el polígono industrial de Bértoa, en Carballo. En este caso, además, lo llamativo es que la iniciativa de construcción de la primera fase de este parque, hacia finales de la década de los setenta del siglo XX, fue estrictamente de ámbito privado. Y tanto éxito tuvo el proyecto que más tarde tuvo que ser la Administración, en este caso la autonómica, la que tomó el relevo para promover desde el poder público la que hoy es la segunda fase del polígono. Si bien es cierto que para la mayoría de los usuarios y visitantes todo el conjunto no viene a ser más que un único polígono que ocupa una superficie total superior al millón de metros cuadrados, al margen de las diferencias jurídicas que presenta la regulación de una y otra fase.

Pues bien, lo que ocurre es que el éxito de la fase inicial se ha extendido a la segunda fase y la información de que disponemos pone de manifiesto que, en la práctica, ya se encuentra adquirida la casi totalidad de las parcelas disponibles.

Las razones de este espectacular éxito pueden ser varias, aunque a buen seguro la principal tiene que ver con su situación estratégica dentro de la línea hacia A Coruña, comprendiendo los municipios de A Laracha y Arteixo, y bajo la innegable influencia positiva del puerto exterior de Punta Langosteira.

Y ahora nos encontramos con un dilema. Si los antecedentes del polígono son exitosos y si las perspectivas de futuro no parece que lo sean menos, es francamente inexplicable que por parte de la Xunta de Galicia no se hayan adoptado las medidas necesarias para afrontar el desarrollo de la tercera fase del polígono, sobre todo si tenemos en cuenta que la misma está perfectamente delimitada y prevista en el planeamiento urbanístico.

Paso cambiado

Todos sabemos los períodos de tiempo dilatados que suponen obras de esta naturaleza, pero pese a ello suele ser habitual que las Administraciones vayan con el paso cambiado, de tal forma que cuando surge la apremiante necesidad todavía hay que esperar largos años hasta que se pueda disponer del proyecto concluido.

Con la desagradable consecuencia de que esa demora termine provocando el desistimiento, como puede ser este caso, de aquellas empresas que pudieran estar interesadas, y que finalmente se terminen dirigiendo hacia otros territorios.