Unas 30 personas participaron en las jornadas sobre este producto del GDR en Baio
16 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Como explicaba al término de la jornada de ayer en Baio Érika Martínez Carreira, de Sinergias Sostibles Resiforest (Foresin), que fue un poco la encargada de reunir el panel de expertos, «isto trátase de plantar a semente e esperar a que xermine», con lo que es pronto para aventurar si el aprovechamiento resinero puede o no cuajar entre los propietarios forestales de la Costa da Morte.
Por lo de pronto, ayer Manuel Marey, de la USC, y los especialistas Juan Carlos Álvarez, Xián Santos, Francisco José Domínguez, Raúl Vilela, Gregorio Luis Cazurro y la propia Érika Martínez, de distintos colectivos y empresas relacionados con esta actividad, se esforzaron en dar todas las claves, ante un auditorio más o menos concurrido, que juntó a unas 20 personas en la mesa redonda final.
La pregunta más recurrente es la que surge siempre en estos foros: ¿En qué medida afecta la extracción de resina a la producción de madera?. Y la respuesta de Martínez es clara: «Co tipo de extracción que estamos propoñendo de 3-5 anos previos á corta non hai afectación».
En cuanto al procedimiento, del que ayer se hicieron demostraciones, consiste en que durante los primeros tres meses del año se le retira el trozo de corteza en cuestión al árbol y entre abril y noviembre cada 12 días se le efectúa lo que se conoce como una pica, que es un corte transversal, sobre el que luego se aplica una pasta estimulante.
Cada pino del país en Galicia está produciendo, de media, unos tres kilogramos de resina al año, que se vende actualmente a 1,07 euros más IVA el kilo. Evidentemente, como explicaba el catedrático de la USC Manuel Marey esta misma semana, no es una actividad para hacerse millonario, pero sí puede servir como un complemento económico dentro de esa intento de diversificar ingresos y ocupaciones en el medio rural como única alternativa a su muerte por despoblación.
La principal ventaja es que el precio del producto se fija a principio de año y se firma con el productor un contrato que garantiza su retirada a lo largo de toda esa temporada. Así, al menos, saben que la producción va a tener una salida estable.