Los fisterráns elevan su entroido a la categoría de arte

La Voz

CARBALLO

El baile, la retranca y el éxtasis escénico suman la emoción al espectáculo total

07 mar 2019 . Actualizado a las 08:43 h.

«Tres premios, tres comparsas de Fisterra... A bailar que é o que nos toca», bromeaban nada más arrancar los Enjominados de See, con su espectáculo Mamma Mía, que hicieron lo que pudieron, con casi 60 niños en escena y sobrada dignidad, pero no fueron quien de obviar, que el entroido fisterrán se juega en otra liga, y esta vez no es un tópico, porque lo de Os da Charca y Os Trotamúsicos de este martes -con el permiso de Tortugas y Peces- va más allá de la artesanía del disfraz, los maquillajes de película, la retranca con puyas políticas y la puesta en escena a bordo del éxtasis coreográfico. Lo de esta vez entró en el terreno profundo de las emociones, con mensaje de calado en lo social, lo ambiental, lo político y, sobre todo, en la repulsa de la lacra del machismo y la violencia que engendra.

«Se dicimos non, iso non se respecta. Son os tempos machistas, desta sociedade noxenta», cantaban Os da Charca, que con su Tradición e Innovación, lograron trabar una historia intergeneracional, con homenaje a las comparsas históricas, reinvención de la muiñeira, números de equilibrismo circense y mucho fondo en el discurso. Desde cerrar con los versos de Manuel María: «Galicia somos nós, a xente e mais a fala. Se buscas a Galicia, en ti tés que atopala», hasta hacer un llamamiento de orgullo identitario: «Que soñedes, sintades, aprendades da nosa tradición». Le pegaron a todo: al baile, a la canción, a la sátira... y completaron una actuación redonda que, sin embargo, les valió el segundo premio.

El primero fue para los Trotamúsicos que, con una actuación entera en verso, se impusieron ante todo en derroche de energía. Sus coreografías no son de las que se aprenden en una tarde si pretendes implicar a decenas de niños, dentro de una historia con la ya clásica ambientación indígena en la que esta vez de lo que se trataba era de ver a que candidato para la alcaldía se salvaba y de cuáles había que hacer rodar las cabezas. En lo discursivo rodaron las de todos, incluida la de, en ocasiones, triste realidad de los marineros locales. «Son pescador nesta vila de Fisterra / son pescador pero vou ter que emigrar / son pescador pero non gano unha perra», fue solo uno de los múltiples versos que trabaron para criticar que el alcalde ilumine mejor la zona de la playa en la que tiene el hotel de su familia o que al jefe de la oposición, o el gusto por el vino del jefe de la oposición. No faltó ni la inevitable guiño a los muxiáns, con el robo del mojón del kilómetro cero del Camino y, sobre todo, se quedaron con el público y con el jurado, a base de hacer vibrar el pabellón, con un ritmo endiablado.

Precisamente en eso fue en lo que pecaron -por poner una pega- Tortugas y Peces, con su cuidado espectáculo basado en los dioses del Olimpo. Era tal la complejidad de las letras, bien a ritmo de rap o de Queen, que para la mayor parte de los asistentes se perdió mucho de lo sustancial de su mensaje entre la acústica que siempre tienen los pabellones. La figura de Germán Martínez como Zeus, o «el puto amo», como arrancó ya él riéndose de sí mismo, fue colosal como siempre, pero tiene el listón a una altura que eso ya prácticamente se le exigía. En cualquier caso, tanto la canción de Dragon Ball, como las etiquetas del teniente de alcalde en las redes sociales o la letanía de los locales hosteleros cerrados en inviernos, fueron golpes que quedarán marcados entre lo mejor del entroido 2019. Incluido su cierre acrobático, que les sirvió para burlarse del abuso que los competidores hacen de este recurso a la hora de ganar aplausos y votos.