El paladín del viento

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

CARBALLO

20 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquella noche estaba contando mi historia en un antro de mala muerte en Madrid. Exclamaba, creyéndomelo, que cualquiera que quisiera adentrarse en los fangosos terrenos del fracaso tendría que echar mano de los mapas que yo mismo cartografié. Con el tiempo he descubierto que tampoco he sido para tanto; que, siempre, las historias son las mismas (tan distintas) en todas las tabernas (tan iguales). No recuerdo por qué o no puedo contarlo, pero nos echaron de allí. Y nos fuimos, los contrabandistas del miércoles, Marcos y yo, buscando a lo largo de la Castellana a quien nos sirviera un vaso de matarratas. Íbamos hablando de todo y de nada, en especial de cuánto nos debía la vida a poetas tan grandes como nosotros, juglares del alma y el eructo. En ese instante un hombre preocupado nos paró; llevaba una americana hecha a medida, camisa de seda y el mejor nudo de corbata que yo haya visto en mis tres decenios de vida. Y también llevaba un misterio que aún nos persigue.

Sacó un mapa del bolsillo y, chapurreando inglés con acento de Irak, nos preguntó cómo llegar a un hotel cerca del Bernabéu. A lo que yo respondí chapurreando inglés con acento de Ribeira, que es como decir acento de Irak al cuadrado, que siguiera recto y a la izquierda. Él guardó el mapa y se fue corriendo. Contemplando cómo se alejaba se me ocurrió comentarle a mi amigo Marcos lo obvio: «Eh… no lleva pantalones». Me contestó con un «ya veo, ya». Pasamos el resto de la noche teorizando cómo ese hombre al que bautizamos como «el paladín del viento» había perdido su pantalón (o viceversa).