Un ojo en la tierra y otro en las nubes

CARBALLO

22 jul 2018 . Actualizado a las 16:49 h.

Esta pasada primavera no llovió a gusto de nadie, literalmente. Llovió tanto, que los agricultores desearon no haberle rezado tanto a las nubes el pasado invierno, cuando la sequía diezmaba sus cultivos y amenazaba a sus reses. Demasiadas plegarias, y demasiado abultado el fruto de estas. A finales del mes de mayo ya habían caído más precipitaciones que prácticamente en todo el 2017, y eso no es bueno. No es nada bueno.

Los productores de patata llevaron a la tierra el tubérculo alrededor de mes y medio más tarde de lo habitual, y lo mismo les pasó a los ganaderos con el maíz, base del forraje con el que sostienen a los animales todo el año. Ciclos cortos y prisa en la siembra. Peregrinaje de John Deeres y Fendts en cuanto salía un mínimo rayito de sol. Había que aprovechar cada momento seco entre un mar de lluvias que parecía no acabar.

Hasta que acabó -más o menos- y los cultivos comenzaron a florecer en las fincas. A estas alturas las praderas ya se ven teñidas de un frondoso color verde, ya sea de la planta del maíz o de la patata, que los agricultores se afanan por mantener, bien a base de sacho o de fitosanitarios.

Deben poner su atención ahora, sin embargo, en un enemigo oculto que, sobre todo en el caso del tubérculo más fecundo de Bergantiños, puede llevarse buena parte de una plantación en cuestión de días. El Mildiu -o la peste, como se le conoce popularmente- es un hongo que ataca sin piedad y que se beneficia de las condiciones meteorológicas que estamos teniendo en las últimas semanas. «Humidade na terra, noites de brétema e temperaturas durante o día inferiores a 25 graos. Son as condicións propicias para que o Mildiu ataque», decía hace unos días Manuel Quintela, representante de Bergantiños en la Indicación Xeográfica Protexida Pataca de Galicia.

«Hai que andar con ollo», incide, y visitar las fincas día sí y día también. Lo peor es que, una vez el hongo toca la planta, poco se puede hacer, más que frenar el posible avance al resto del terreno. Para ello no queda más remedio que hacer uso de los tan temidos fitosanitarios que «aplicados de xeito profesional» y con precaución, dice Quintela, no hacen daño a nadie. Cabe tener en cuenta que cuando se ven los efectos del Mildiu en la planta, esta ya ha sido tocada tres días antes, por lo que debe actuarse cuanto antes para prevenir daños mayores.