Brindis al sol, y que lo paguen otros

CARBALLO

05 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Verdaderamente suena bien eso de cobrar a los bancos porque tienen los cajeros automáticos hacia la calle, o a las farmacias que cuentan con dispensadores de medicinas en el dominio público, y ya no les digo nada que el PNV se apunte el tanto de conseguir un incremento en la suba de las pensiones, pero tengan cuidado, más bien, no se crean que el dinero de estos brindis al sol va a venir del cielo, sino del bolsillo de todos, porque ya antes de que el pintoresco presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tuviera la genial idea de construir un muro para evitar que los mexicanos atravesaran la frontera como perico por su casa, y que lo pagasen ellos, por estos lares ya se aplicaba el método, pero no se proclamaba a los cuatro vientos, más bien se disimulaba con un «que pague Rita».

En ese afán de castigar a los bancos que se han fundido el dinero del rescate, alguien creyó descubrir la piedra filosofal machacándolos con nuevas tasas o impuestos, y los ingenuos ciudadanos como el que suscribe pensamos que podría tratarse de una buena idea, sin reparar en que estas entidades tienen la sartén por el mango, y si se ven obligadas a pagar por cualquier servicio, lo repercutirán sin rubor en los clientes porque estos no tienen la posibilidad de marcharse con sus ahorros a otro lado. Para empezar, ya ni siquiera podrían disponer de ellos libremente, antes hay que avisar, luego esperar para, finalmente, ver qué se puede hacer.

Todos los sectores de los que dependamos irremediablemente siempre tendrán a mano la forma de repercutir en el ciudadano aquello que grave su actividad, y especialmente los gobiernos, por eso me hace gracia que haya quien hinche el pecho anunciando que ha conseguido que las pensiones crezcan más que lo que pretendía el ejecutivo de Rajoy, concretamente de acuerdo con el IPC, porque lo que ha logrado, en realidad, es el incremento de la suba pero pagado por todos, repercutiéndolo en, por ejemplo, el precio de los combustibles, o sea, aplicando el método Trump.

Lo mejor hubiese sido que se plantease, por ejemplo, una reducción de los emolumentos de sus señorías, un recorte en gastos de armamento, una minoración de los cargos de confianza que no valen para nada más que para pagar favores políticos, la obligación de los bancos a devolver el rescate en cómodos plazos y vigilando que no sea a costa de los clientes, sino de los intereses que deberían pagar por el préstamo, y con todo eso, y mucho más en lo que se podría rascar, mejorar la vida de los ciudadanos, especialmente de los pensionistas. Lo demás no deja de ser el arte de birlibirloque de siempre, a cuenta de que otros lo paguen.