La obsesión de contar

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

CARBALLO

01 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuento alguna que otra verdad y otra que alguna mentira. Cuento lo grandes que son mis cajones, tan vacíos de espermatozoides y tan llenos de sueños derruidos. Cuento mi vida en estos artículos de opinión donde no suelo opinar. Cuento las mañanas de Dorna en que vuelvo a casa pareciendo el monstruo de Frankenstein, sin que ninguna niña del parque se acerque a darme una margarita. Cuento los blancos átomos en que se descomponían los trozos de corcho que encontrábamos de pequeños en las aceras, los rascábamos y los pedacitos volaban bizqueando calle abajo mientras gritábamos: «¡Hay nieve, hay nieve!». Cuento como ahora no veo a niños hacerlo.

Cuento las promesas que incumplí, todas me duelen. Cuento los libros que me leyeron y se sintieron decepcionados con mi historia. Cuento un puñado de pírricas victorias en renglones torcidos. Cuento las mansas flores que pisoteé en las noches en que fui un hipopótamo. Cuento cada vis a vis que tengo con el fracaso. Cuento una y como veinte. Cuento gaviotas de niebla que se cagan en los coches que no tengo y en las camisas que no pongo. Cuento, cada año, más tumbas.

Cuento dos de agua y una de arroz. Cuento amigos que antes eran amigos y ahora solo son contactos en Facebook. Cuento los puntos que se deja el Madrid cada jornada. Cuento libretas de poemas que me fui dejando en los bares de los que me echaron. Cuento dioptrías, besos, michelines, benzodiacepinas, cicatrices, días. Y ahora mismo solo cuento, cansado de contar, las letras que me faltan para cumplir con la longitud estipulada de esta columna… Creo que ya.