Beatriz Torre, trabajadora social y profesional de la Unidad Terapéutica Educativa de Teixeiro, organiza talleres en los que los presos relatan a adolescentes su inicio en el consumo
10 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.«El inicio del consumo es un momento de gran peligro en el que piensas que controlas y, al contrario, las drogas te acaban controlando a ti», explica Beatriz Torre, trabajadora social y profesional de la Unidad Terapéutica Educativa (UTE) del centro penitenciario de Teixeiro. Insiste en la importancia de la prevención: «En la adolescencia es cuando se comienza a beber en exceso en el botellón, a consumir hachís y otras sustancias. Cuando hacemos las historias del ingreso en prisión comprobamos cómo la mayoría de las personas presas se iniciaron entre los 13 y los 15 años, etapa que coincide con la educación secundaria».
Más del 70 % de la población reclusa son personas que tienen problemas con las drogas, indica Torre. Cuatro reclusos del centro relataron ayer en el colegio López Navalón (Santiago) cómo fueron sus inicios. «Los adolescentes que les escuchan se ven reflejados y eso es muy efectivo», sostiene Beatriz. «Hay diferencia en que a un adolescente le cuente los riesgos del consumo de drogas un técnico o un especialista, o que lo haga un recluso que les dice lo que de verdad le ocurrió. Al recluso le creen, porque viene de la cárcel. Eso impacta mucho», agrega. Después, los estudiantes devuelven la visita a los reclusos. Conocen la UTE, explica la trabajadora social, «y se les somete a una experiencia de pérdida de libertad durante unos 10 minutos, en una celda real de la prisión». Son talleres únicos «porque enseñan cómo delinquir está entre las consecuencias de consumir drogas, cómo te atrapan en una espiral económica que no puedes mantener».
Los talleres Di k non comenzaron en octubre del 2011. Este curso están programados una decena. Además del de ayer, habrá otros en el IES número 1 de Ordes y, en febrero, en el Fonte Díaz (Touro). Torre recalca su doble finalidad: «Preventiva para el alumnado, pero también terapéutica para los internos. Porque muchos habían perdido la capacidad de hablar en público, y otras, a causa de consumir drogas. Esta actuación es además un aprendizaje. Porque hay que tener valor para exponer ante un auditorio las propias miserias».