Vecinos de una calle de Carballo denuncian insalubridad y okupas

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

Una vivienda abandonada suele ser usada para dormir por varios individuos, al margen de los riesgos para el vecindario por el descuido de la finca

19 dic 2017 . Actualizado a las 15:21 h.

Vecinos de la calle Mirtos, en Carballo, denuncian los riesgos que pueden existir por la insalubridad de una de las viviendas abandonadas que hay en la vía, además de las personas que, desde hace unas semanas, la okupan por las noches. También se quejan del estado de otra vivienda situada a poca distancia, aunque en este caso no se ha usurpado por los vecinos de lo ajeno, aunque sí fue utilizada ocasionalmente tiempo atrás. Algún vecino asegura que ahí se vieron jeringuillas más de una vez.

Pero ahora la reclamación principal, dirigida al Concello para que tome medidas, se refiere a lo que queda de la vivienda de planta baja situada en el número 24 de la calle. Una casa pequeña, y que fue de las primeras en construirse en esa vía, hace ya mucho. Quedó vacía hará unos veinte años, o menos, calculaban ayer los vecinos más veteranos. La construyó un matrimonio, ya fallecido, que tuvo cuatro hijos. Dos, solteros, ambos también fallecidos, y uno de ellos fue el último morador. La propiedad pasó después a los otros dos hermanos, que no viven en la misma zona. De vez en cuando se ocupan de la limpieza de la parcela que rodea la casa, pero no de su interior ni de las zonas más próximas, que es donde están los problemas. Hay mucha madera, leña y material inflamable, y los vecinos, especialmente los que tienen la casa justo al lado de esa vivienda, temen que cualquier día pueda ocurrir algo grave. Además, árboles y maleza han crecido mucho, alguno de ellos ha superado la altura del edificio anexo, de cuatro plantas. Todo esto -afirman- ya fue puesto en conocimiento del Concello en varias ocasiones, y desde hace semanas.

Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido la llegada de okupantes nocturnos a la vivienda. Algunos vecinos relatan que los ven de noche, fugazmente, pero que tampoco se detienen mucho por temor. Y hay determinados elementos externos claros, como ropa colgada en la parte posterior. Ayer, unos pantalones en el tendal, a secar. Muy próximo, un pozo, cubierto solo por unas tablas, lo que acrecienta el peligro. Porque no solo este tipo de personas han accedido a este edificio: también lo han hecho, y no hace tanto, adolescentes que han ido a sacarse fotos, explicaba otra vecina.

Es una incógnita cómo puede dormir alguien en este casa, de escasa superficie y con el tejado derribado. Tal vez en el galpón de al lado, que se ve algo más protegido, a pesar de las malas condiciones. Desde fuera, por la parte de atrás, se aprecia que hay un coche en el interior. Lleva allí muchos años, abandonado, explican los vecinos, y perteneció a su último morador. En el entorno de la casa también hay heces en varios puntos.

En una improvisada reunión celebrada ayer por la tarde, algunos vecinos lamentaban que «a rúa está abandonada». Otra añadía: «Non pedimos debuxos nas paredes, nin bancos. Só limpeza».

Declaración de ruina y orden de limpieza y cierre por parte del Concello

El Concello de Carballo dio orden hace unas semanas de abrir un expediente de limpieza y cierre del inmueble, según señaló ayer el edil Luis Lamas, con notificación a los propietarios poco después de que tuviesen conocimiento de la situación. Es un procedimiento normal que se sigue desde hace años de acuerdo con la ordenanza de limpieza, y que en caso de incumplimiento es el gobierno local el que se encarga subsidiariamente, repercutiendo el coste a los dueños. Pero, además, en este caso la oficina técnica también ha puesto en marcha un expediente de ruina, que obliga a soluciones más drásticas. En un caso y otro, sellado exterior completo como mínimo.

Los vecinos reclaman medidas efectivas cuanto antes. Algunos, incluso por el derribo total. En conversación con quienes residen a pocos metros, los ejemplos de quejas son numerosos y constantes. Incluso de que una maleza tan elevada atrae a las avispas velutinas, como pasó este verano. También hubo robos. Al parecer, alguno muy recientes, cuestión de pocos días. La puerta principal del frente era de aluminio, y ya no está, hecho que desvinculan (muy probablemente) de los okupas, y lo atribuyen más bien a que alguien se la llevó para reutilizarla en otro sitio. En su lugar, el o los nuevos inquilinos colocaron una tapa de maderas, más o menos del mismo tamaño. Y en la zona posterior hay una cadena y un candado.

En los últimos años, señalan los colindantes, la Policía Local y la Guardia Civil pasaron por la zona varias veces. En la casa de abajo aparecieron una vez los efectos de un robo. Pero lejos de desaparecer, los problemas parece que aumentan.

Inmuebles en ruinas utilizados como refugio por alcohólicos

Los fenómenos de okupación estable de edificios, como ocurre en las grandes ciudades, no son frecuentes en la Costa da Morte, pero sí hay otro tipo que se da de manera puntual en la zona y que casi siempre se enmarca en un entorno de marginalidad asociado al abuso del alcohol y otras drogas. Así, entre Vimianzo y Camariñas, vecinos de algunas aldeas han percibido en los últimos meses, sobre todo a raíz de la salida de prisión de un conocido delincuente de la zona, como edificios vacíos, que son viviendas unifamiliares y cobertizos prácticamente en ruinas, se convierten en lugar de reunión para toxicómanos que pueden pasar o no la noche en ellos. El mes pasado, por ejemplo, vecinos de Moreira (Carnés) se encontraron a un carballés durmiendo debajo de un hórreo con manchas de sangre en la ropa, armas blancas en el bolsillo y visiblemente desorientado.

Fuentes de las fuerzas de seguridad conocedoras de estos hechos explican que es muy complicado actuar porque en algunos casos ni siquiera hay un propietario al corriente que denuncie estas presencias en sus propiedades, con lo que generalmente se conoce lo sucedido cuando se produce algún incidente.

Eso fue justo lo que pasó en la antigua escuela de Vilar de Toba (Cee) en marzo del año pasado, donde un incendio sacó a la luz que el ruinoso edificio estaba siendo empleado por personas con problemas de alcoholismo como se apreciaba en la cantidad de cartones de vino allí acumulados. También en Corcubión y Fisterra ardieron en los últimos años inmuebles en los que se presupuso en su día que el origen del fuego fue parecido porque el patrón se repite. En cualquier caso en todos estos ejemplos más que como lugar de residencia -aunque haya quien pasa allí una o varias noches- los edificios sirven como sitio de refugio o de reunión.