En Cerqueda cuidan el patrimonio milenario y el recién creado

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Pedra da Arca destaca ahora tras la tala del pinar y en As Pozacas dan los últimos toques a su milladoiro

03 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta literatura propia tiene ya el milladoiro que la asociación de vecinos Monte d’Arxa levantó detrás de su local social, en As Pozacas. Una vecina, Adriana Andrade, ha escrito un cuento que ilustra Teresa García Fernández, de Cerqueda pero residente en Pontevedra, y el coristanqués José Antonio Andrade está escribiendo una oda al monumento que ocupa el centro de un terreno que hasta finales del año pasado estaba cubierto por la maleza e infestado de culebras.

Los vecinos de la parroquia malpicana han recuperado un terreno que les correspondió tras la larguísima concentración parcelaria y han levantado un monumento a su unión. Solo quedan algunos flecos para dar por terminado un trabajo de casi diez meses en el que los canteros Calviño y Jesús Dourado, pontecesán casado en Loroño, han sido los principales hacedores, junto con el historiador Xosé Manuel Varela.

También en Cerqueda, Patrimonio ha permitido a los propietarios de la finca en la que está enclavado el dolmen Pedra da Arca talar los pinos, lo que ha permitido respirar al dolmen. Los dueños pretenden repoblar la zona con robles y castaños, pero tendrán que vérselas con la Consellería de Cultura, que exigen un radio de protección de 200 metros, lo que acaba convirtiendo el megalito en una auténtica carga. Se han planteado incluso cerrar el paso para llamar la atención de Patrimonio sobre las excesivas exigencias de la legislación gallega y la escasa colaboración de las instituciones. Son los dueños, los que limpian de maleza todos los años el entorno del yacimiento y también los que pidieron mejorar un acceso que ha servido para que muchos visitantes hayan podido disfrutar de Pedra da Arca.

Un caso habitual

Su caso no es único. En Pedra Cuberta, un pino que nació en la cámara estuvo a punto de acabar mal, porque los dueños querían cortarlo, pero Patrimonio no hacía más que dar largas sin solucionar el problema.

Ahora, el entorno del dolmen está expedito y limpio, pero los dueños se sienten abandonados, como si en lugar de tener el honor de ser propietarios de una parte fundamental de la prehistoria de la zona les hubieran caído encima las siete plagas de Egipto.

A pesar de todo, en la parroquia malpicana están siendo capaces de salvaguardar tanto su pasado más remoto como su futuro más brillante.

De Pedra da Arca se encargan sus propietarios, que han tenido que esperar mucho tiempo a la autorización de la Xunta de Galicia. A pesar de eso, se sienten orgullosos de poseer un pedazo del patrimonio malpicán.

Ahora habrá que ver si en torno al dolmen pueden crecer los robles y los castaños, que flanquearán también el milladoiro de As Pozacas. Será pronto.